Publicado: 02 Oct 2007 14:36
Nunca está de más una reflexión y todas son bienvenidas.Sugar escribió:Voy a generalizar para no centrarme en el caso concreto de una persona que no conozco. No he tenido, ni creo que llegue a tener, el placer de conocer al señor Sáez del Castillo. Ni conozco sus libros ni su trayectoria, pero me merece todo el respeto del mundo mientras nadie aporte pruebas que me hagan pensar lo contrario. Vaya eso por delante.
Pero aprovecharé la coyuntura para hacer alguna reflexión al respecto.
¿Es lícito vender crecepelos?
Sí, siempre que funcionen, claro.
¿Es lógico que un calvo venda crecepelos que supuestamente funcionan perfectamente?
No lo se, pero es cuanto menos sospechoso.
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Cuando yo conocí a mi abuelo (q.e.p.d) era una perfecta bola de billar.
Una de las fotos más antiguas que tengo de mi padre es de cuando se presentó voluntario para unirse al ejercito de la republica.
Tenía 25 años y tenía bastante menos pelo del que yo tengo ahora con más de sesenta cumplidos.
Sus dos hermanos eran más calvos todavía y de sus dos hermanas se podría decir lo mismo, salvando las distancias de que, en eso, la mujer suele ser diferente.
De modo que cuando, con veinte años, empecé a notar que se me caía el pelo, empecé a preocuparme y a estudiar las cualidades y propiedades del abrotano macho y la hortiga blanca junto a otras lindezas parecidas.
(puestos a reflexionar, conviene aclarar que hablo de los mercados finacieros. Lo que ocurre es que utilizo un viejo recurso parabólico para alcanzar objetivos muy lejanos y ocultos)
En mi largo peregrinar por las farmacias y droguerías más importantes y prestigiosas, nunca encontre un producto que llevase el nombre de "crecepelo" ni siquiera como apellido o adjetivo he encontrado nunca ninguno con esa palabrita.
Lo que si he tenido oportunidad de ver, son muchos clientes que entraban con prisas y pidiendo un crecepelo. Mientras yo mantenía una larga conversación con el farmaceutico de turno o me leía pacientemente todas las letras (incluidas las más pequeñas) que venían impresas en el envase o en el folleto.
Y por eso, cuando los directores de las sucursales bancarias que frecuento, me empiezan a decir, que si Criteria por aquí y que si Criteria por allá.
Yo les puedo decir que después de leerme las trescientas cincuenta y siete páginas del folleto publicado, ya tengo un criterio y una opinión. Y ya he tomado una decisión.
Perdón que me desvié de lo que estaba hablando, que es lo importante.
Por mucho que se empeñen algunos en pedir y buscar crecepelos no los van a encontrar.
Y muchísimo menos "nacepelos"
Porque para que algo crezca primero tiene que nacer.
Y por muchas fórmulas magistrales que se inventen y se descubran nunca existirá ninguna que haga crecer pelo donde no hay.
Habrá que recurrir a la cirugía y habra que tener mucho cuidado al elegir al cirujano.
Pero cualquier especialista en marketing o cualquier publicista, sabe muy bien lo que tiene que decir para que el oyente se haga ilusiones y se crea que le están hablando de crecepelo.
Y le da igual si se trata de teléfonos, de calcetines, de las maravillas de Visual Chart o de la campaña electoral.
Hacen su trabajo y dicen lo que tienen que decir para colocar su producto en el mercado y ganarse la vida honradamente.
Y como el público solo oye lo que quiere escuchar y no importa lo que digan y tampoco importa lo que está escrito en el reverso con sus advertencias y contraindicaciones, pues así nos vá.
Luego pondré un ejemplo de los que levantan ampollas por si no me he explicado bien.
Todos los productos que se venden para el cuidado y conservación del cabello vienen acompañados de unas instrucciones de utilización, aplicación y tratamiento.
Y todos funcionan.
Utilizándolos de forma adecuada.
La única razón que se me ocurre para que la alopecia en la mujer se manifieste de forma distinta a como se manifiesta en el hombre es que la mujer se cuida mucho más el cabello y se lo lava, y lo cepilla, y lo mima, dedicando mucho tiempo a ese menester.
Todos los productos que se venden para el cuidado y conservación del cabello o por lo menos la mayoría, dicen que hay que seguir escrupulosamente las instrucciones de utilización, aplicación y tratamiento.
Algunos incluso dicen que si, por casualidad, se te acaba el maravilloso producto, debes seguir el tratamiento y tratar de conseguir el producto lo antes posible, pero sin interrumpir el tratamiento.
Incluso algunos incluyen una fórmula casera que puede sustituir al producto en caso de emergencia.
Y también suelen decir que el producto es maravilloso y es un perfecto complemento al tratamiento. Pero solo eso, un complemento a lo más importante, que es el tratamiento.
Y hay que estar muy atento.
Y tener la orden puesta o preparada para que no te metan la mano en el bolsillo.
Y para el que quiera investigar y reflexionar le propongo que se lea la historia de "La revolución de la dietas" del Dr. Atkins.
Por cierto, un cardiologo gordo que se inventó una forma revolucionaria de adelgazar.
Y los crecepelos siempre los han inventado y siempre los inventarán, los que son calvos o están destinados a serlo.
Y los mejores siquiatras siempre serán, los que están o han estado locos.
Y harás muy bien en sospechar y yo no me fio ni de mi padre.
Y puestos a reflexionar, toda reflexión es poca.
Reflexionemos.
Empecé hablando de una persona que participó en la guerra civil con el grado de capitán y fue ascendido al grado de comandante poco antes de terminar.
Y fue juzgado, como casi todos los que estaban en su bando.
Y los magistrados, logicamente eran militares o militaristas.
Y como en todos los juicios allí se descubrieron todos los trapos y se levantaron todas las alfombras y se tiró de todas las mantas.
Y su causa fue sobreseida sin cargos, reconociendo los magistrados que sus actos habían estado siempre motivados por el cumplimiento del deber, por la disciplina militar y por la obediencia al mando.
Y no creo que fuese fácil.
Y no creo que nadie pueda decir que es fácil elegir siempre hacer lo correcto.
Pero vale la pena intentarlo.
Porque elegir, siempre se puede, y siempre se debe elegir bien.
Este no es el ejemplo que dije que levantaría ampollas.
El ejemplo viene ahora y es un ejemplo de un elegido.
En la otra cara de la moneda, mientras esos hechos ocurrían, Don Adolfo Hitler había fundado el Partido Socialista Alemán de los Trabajadores y era elegido y elevado por el pueblo alemán a los más altos honores y promovido a ostentar los más altos poderes.
Probablemente muchos de sus electores sabían que Adolfo Hitler había servido en el ejercito y había conseguido medallas por sus méritos militares.
Probablemente la mayoría no sabían ni eso, pero escuchaban entusiasmados sus cantos de sirena y sabían de su afición a las artes y habáin oido de sus cualidades como pintor.
Lo que, al parecer, nadie se paró a reflexionar. Es que sus actos de valentía merecedores de medallas eran más actos de locura y de desobediencia a las más elementales normas y a las órdenes del mando responsable.
Y nadie se paró a reflexionar que la máxima responsabilidad que había ostentado hasta entonces era estar al mando de cuatro soldados como corresponde a su grado de cabo.
Y así, de buenas a primeras, lo pusieron (entusiasmados, ilusionados y oyendo lo que querían escuchar) al mando de la nación y al mando de uno de los ejercitos más poderosos del mundo.
Y parece que nadie se acordó de leer el folleto y nadie se acordó de darle la vuelta y leer lo que ya estaba escrito y certificado en el reverso.
Cuando los altos mandos decidieron, a la vista de los partes de guerra y de sus hazañas, condecorar al cabo Adolfo Hitler también pensaron en ascenderle y pidieron a sus superiores más cercanos que lo propusieran para ascender con todos los honores.
Porque cuando hay una disciplina y cuando hay una intención de elegir bien las cosas se hacen como se deben hacer.
Pero en lugar de eso, sus superiores más cercanos, (que lo conocían bien), desaconsejaron promover al cabo Adolfo Hitler porque consideraban que no era suficientemente válido ni responsable para el mando.
Y claro, eso no era posible.
Un heroe de la patria, condecorado con honores, no podía ser un incapaz.
Y se nombró un equipo siquiatrico que estudiara el caso.
Y el equipo de siquiatras corroboró, en versión mejorada y ampliada, los que sus jefes habían apuntado.
Y así se escribe la historia.
Y dar por supuesto que para inventar y vender crecepelos hay que tener mucho pelo es, cuando menos, arriesgado. Y puede conducir a elegir un mal crecepelo.
Y si este ejemplo no levanta ampollas, lástima de tanto escribir para no decir nada de lo que algunos quieren escuchar (o leer)
Seguiremos reflexionando.
Al fin y al cabo yo elijo mal varias veces al día y todos los días.
Un saludo
Tom