Quiero Ser Como George Soros - La Novela
Publicado: 01 Abr 2006 09:24
Todos los acontecimientos narrados en este libro están basados en hechos reales. Los nombres de los personajes y de algunas empresas han sido modificados.
PRIMERA PARTE
“Los bienes, mercancías, riquezas y todas las demás nociones de la conducta no son elementos de la naturaleza, sino de la mente”
Ludwing Von Mises
“Siempre soñé con gente poderosa, dictadores y demás. Siempre me impresionó la gente que podía ser recordada cientos o, como Jesús, miles de años.”
Arnold Scwarzeneger
1 Lugo, Marzo de 2003
Llevaba muchas horas ante la pantalla.
Mientras en el walkman sonaba la canción Despierto y pierdo del rapero Payo Malo, iba desplazando los gráficos del índice *Ibex 35 con el ratón.
El resultado de sus estudios ocupaba ya setenta folios.
Eso era todo lo que había conseguido tras casi siete meses peleando con el mercado. Eso y que su cuenta pasara de 30000 a 10250 euros.
¿Y ahora qué?
2 Enero de 1999
No te tomes a mal lo que te voy a decir, David. Tienes la casa llena de revistas de economía. Siempre estás hablando de multimillonarios como Amancio Ortega, Bill Gates y George Soros. Tu conversación gira siempre alrededor del dinero. No sabes hablar de otro tema.
Cuando tenías once años, alguien te preguntó que querías ser de mayor. Seré millonario, contestaste todo serio, añadiendo, cualquier día de estos aparezco en casa con un Porsche.
Ha pasado el tiempo y sólo eres un tipo del montón. Sólo sabes hablar tío, sólo sabes hablar.
3 Noviembre de 1999
Tras cargar las rigolas en el chimpin, las depositaron junto a la zanja, colocándolas en fila para que Toño las fuera encajando.
Miguel ya estaba quejándose de algo, esta vez era la espalda. David ya estaba hasta los cojones de escuchar sus lamentaciones. Empezó a llover, y fueron hasta la caseta para ponerse los trajes de agua. Cuando salieron el jefe les gritó:
- ¡Vosotros dos!, ir hasta la otra calle con el chimpin y traer las tres chapas que quedaron
allí.
Eran las chapas gordas, las que pesaban alrededor de cien kilos. Las usaban para que los vehículos pudieran entrar y salir del garaje. Una vez que las obras finalizaban las retiraban. Transportaron las tres chapas hasta el cazo del chimpin entre jadeos y gruñidos. Una vez que terminaron su tarea, pararon un momento para recuperar el aliento. Miguel aprovechó para encender un cigarrillo mientras comentaba:
- Este trabajo es una #@#!%# mierda colega, nos tratan como animales. Encima hoy me duele la espalda que flipas, vaya porquería de vida…
¡Dios! Que tipo más plomo este Miguel. Ha veces le daban ganas de agarrar un pico y clavárselo en la cabeza. No necesitaba que le recordaran continuamente lo asqueroso que era aquel empleo.
David condujo el chimpin hasta llegar al lugar donde estaba el resto de la cuadrilla.
-¿Dónde dejo esto?
-En aquella zona, junto con las otras. Después ayudar a los demás a colocar las vallas.
Mientras tanto nosotros recogemos las herramientas.- dijo el encargado
-Oye, estas chapas son de las gordas, manda a alguno para que nos eche una mano, que ya
nos hemos reventado bastante al colocarlas en el chimpin.
-¡Azuquita!, ven paquí, monta en el chimpin con estos dos y ayúdales a descargar las chapas.
Cuando terminaron eran las 20:30. La caseta apestaba a sudor y humedad. Mientras se cambiaban, Miguel le explicaba a Manolo:
-Lo que da pasta de verdad es la droga, coño. Los que se dedican a traficar se forran. Yo es que tengo dos hijos, que si no ya verías tú…
Menudas gilipolleces tenía que escuchar, pensó David. La mayoría de los que se dedicaban a la venta de droga eran unos pringaos. Uno de cada 10000 se hacían ricos, el resto nada. La vida les empujaba de un lado para otro y generalmente terminaban en la cárcel o cosidos a navajazos. ¿Pero que sabía Miguel?, no era más que un pedazo de ignorante que se creía todas las tonterías que decía la gente, y las repetía como si fueran verdades absolutas. Esa era la forma de pensar de la mayoría.
-Salir de la caseta, rápido, mirar que chavala, ¡guapa, morenaza!- exclamaba Néstor
******
-Oye, ¿me llevas?. Es que tengo el coche en el taller
-Si, claro, sube
El Fiat uno no arrancó hasta el tercer intento, siempre que llovía de aquella manera pasaba lo mismo. Durante el trayecto Manolo le comentó sus planes. Quería irse a trabajar a un hotel en Mallorca. Era la última moda en Lugo. Pagaban sobre 1200 euros más propinas alojamiento y comida gratis. El único problema era que la temporada de trabajo sólo duraba seis meses.
Tras dejar a Manolo en la Avenida de las Américas, dio la vuelta y bajó hasta la Ronda del Carmen. Introdujo el coche en el garaje y subió a casa.
Natalia estaba haciendo la cena.
-¿Qué tal cariño?
-Bien – contestó David
Solía contestar lo mismo a todo el mundo. Bien, todo va bien.
Estaba harto de la vida que llevaba. Notaba como el tiempo se le escapaba, y su sueño se alejaba más y más cada día que pasaba. A pesar de todo procuraba no lamentarse delante de los demás. Lamentarse era como sufrir o pasar miedo, no servía para nada.
Miguel era el mejor ejemplo, siempre estaba llorando por todo, y las cosas le iban cada vez peor. Dos meses atrás había estado de baja por culpa de la espalda, no se le había curado bien y ahora volvía a padecer los mismos síntomas. Además a la madre le habían detectado un cáncer y le quedaban pocos meses de vida.
Durante la cena Natalia estuvo parloteando sobre temas que a David no le interesaban en lo más mínimo. Cosas del tipo, mi amiga esto y mi jefe aquello. También le informó de que Kike y su mujer vendrían a cenar mañana.
En la televisión daban un documental sobre el efecto 2000. Llevaban todo el año machacando a la gente con el asunto. Consideraban que por culpa de un fallo informático, existían muchas posibilidades de que el mundo se colapsara y todo se fuera al garete.
Muchas empresas estaban invirtiendo fuertes sumas de dinero para evitar el problema.
Después de los comentarios, la pantalla se llenó con la imagen de un señor portando una Biblia. Mientras hablaba, movía el libro para darle mayor énfasis a sus palabras. Todo coincide, explicaba, he repasado las fechas varias veces, el uno de Enero del 2000 llegará el Apocalipsis. Dios destruirá el mundo y sólo se salvaran los que llevan una vida libre de pecado.
Al terminar la cháchara, la cámara se acercaba, y aparecía la cara del hombre en un primer plano mientras advertía:
-¡Arrepentíos pecadores!, todavía estáis a tiempo.
A continuación aparecía un norteamericano al que presentaban como abogado. Tras venderlo todo, se había llevado a su familia y a varios parientes a una granja en el centro del país. El pueblo más cercano estaba a cien kilómetros. Había aprendido a matar animales y a cultivar la tierra con técnicas antiguas, porque en su opinión el colapso provocado por los ordenadores hundiría todos los petroleros en el Océano. La humanidad debería de irse acostumbrando a vivir sin petróleo y sin electricidad, todo fallaría y el mundo regresaría a la época medieval. Estaban fuertemente armados y tenían un montón de comida enterrada en botes de cristal alrededor de la casa. Parecía una locura, pero en Estados Unidos miles de individuos pensaban igual, y estaban adoptando medidas similares.
Al final del documental salía un hombre que había rodado una película sobre el tema. Cuando le preguntaron donde estaría el primer día del año 2000, contestó:
-Lo más lejos posible de cualquier ciudad
Se fue a la cama pensando que todo aquello era una maniobra de las empresas informáticas. Fomentaban el pánico para hacer negocio.
******
Natalia se durmió enseguida, pero el no podía. Pensaba y pensaba. Una idea, una puñetera y miserable idea, eso era todo lo que necesitaba para salir a flote y emprender el camino hacia los millones de euros que le estaban esperando en alguna parte. Se pasó hora y media fantaseando, trazando grandes planes en los que se veía a si mismo como un triunfador. Empresas, palacios, y caballos purasangres. En la fantasía conseguía todo lo que quería, pero los pasos que debía de dar para alcanzar su objetivo no estaban claros.
******
Natalia entraba a trabajar más temprano, y el poco ruido que hacía fue suficiente para despertarle. Escuchó el sonido de sus pasos por el pasillo. Después se fue y cerró la puerta de casa con suavidad.
Se levantó y arrastró los pies hasta el baño. Al afeitarse observó que ya tenía una cana. Veinticuatro años y ya había empezado la cuenta atrás. Mientras contemplaba su imagen en el espejo, le vino a la mente una escena de cuando tenía veinte años y trabajaba como mensajero en Vía Conexión.
La jornada había terminado. El señor Louzao, su jefe, era una persona muy enrollada, y se podía charlar con el de cualquier cosa. En ese instante David le comentaba que quería montar algún negocio y hacerse rico, que no pensaba en otra cosa.
Al cabo de un rato el señor Louzao dictaminó:
-Tú eres un tío listo. De verdad, no se que haces trabajando aquí. No eres como los demás mensajeros, no soportas ser un simple empleado. Yo era como tu, hasta que me di cuenta de que no era suficiente con soñar y hablar del asunto, me di cuenta de que tenía que hacer algo. Hacer algo, ¿entiendes?.
-Hacer algo- le repitió David a su propio reflejo, añadiendo –Tengo que hacer algo, necesito hacer algo distinto, no quiero continuar así. No quiero seguir formando parte del rebaño y conformarme con un piso, un buen coche, hijos y deudas. Quiero ser algo más que todo eso.
Se duchó intentando pensar en alguna gran idea. No se le ocurrió nada.
Desayunó un tazón de cereales y un par de croissant de mermelada.
******
La niebla invadía la ciudad. Condujo con cuidado hasta llegar a la zona en obras. Casi siempre era el primero. Pasó el rato dentro, con la calefacción puesta, escuchando el programa anda ya en la cadena 40.
Fueron llegando los demás. El último en aparecer fue el cepo, que era como apodaban al encargado. Abrió la caseta y mientras se mudaban de ropa, el encargado se puso asignar las tareas.
A David le tocó pasarse la mañana colocando tubos verdes, esos de R. Al mediodía almorzó con varios miembros de la cuadrilla en un restaurante cercano. En aquel lugar, al terminar de comer, cuando todos estaban en la barra, tenían la costumbre de iniciar una guerra de cacahuetes.
Por la tarde le tocó estar con el palista. Cuando dejaba de perforar, David cargaba los escombros en el cazo del chimpin. De vez en cuando le tocaba usar un rato el pico, porque sabían que estaban cerca de una tubería de agua.
La niebla de la mañana ya se había disipado, y lucía el sol, a pesar de todo la temperatura no pasaba de los dos grados.
Al finalizar la jornada se acercó hasta el Lucus Gim. Solía acudir tres días por semana a la sala de musculación, para mantenerse en forma. Aunque en realidad lo hacía porque después de una sesión salía de allí muy relajado, y era más barato que acudir a un masajista. En el gimnasio descargaba un montón de adrenalina, y dejaba allí todas las frustraciones acumuladas a lo largo de la semana. Era como si las pesas representaran sus problemas.
Hoy tocaba pecho, bíceps y abdominales. En pecho batió su propio record al realizar cuatro series de press de banca con cien kilos sin ayuda.
Cuando David descansaba, Emilio aprovechaba para ejecutar sus repeticiones. Era capaz de realizar ocho repeticiones con ciento setenta kilos. Desde hacía un par de años, era el dueño del Lucus Gim. Trabajaba como contable. Le había comprado el gimnasio al antiguo propietario, un tal Pachy, por 120000 euros. Para pagarlo se endeudó con el banco. Al principio las pasó canutas, pero ahora ya estaba libre de deudas y su inversión le rentaba una buena cantidad de dinero cada mes. El número de socios se incrementaba cada año. Emilio tenía a seis personas trabajando para el, y planeaba montar otro gimnasio en unos locales nuevos en la calle Villalba. Además había ganado algunos campeonatos de culturismo a nivel gallego.
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Cuando llegó a casa se encontró con Kike, el hermano de su novia Natalia, con su esposa Sonia y el crío.
A Natalia le volvía loca el enano, le encantaba tocarlo y jugar con el. Ella quería tener hijos propios, pero David de momento no. Aquel asunto era el origen de múltiples discusiones. David tenía muy claro que mientras no estuviera satisfecho con su situación económica, no tendría hijos. Natalia siempre le echaba en cara que sus ahorros ascendían a 15000 euros, y que entre eso y dos sueldos era suficiente. Mira a mi hermano Kike, solía decir, no tenía ni un euro, y ahí lo tienes. Están criando al chaval, pagando la hipoteca y encima se acaban de comprar un coche nuevo. Ya me dirás tú porque no puedes hacer lo mismo.
Ya. Kike estaba endeudado hasta las cejas y curraba como un animal en Maderas Besteiro, haciendo un montón de horas extras a cambio de 1100 euros al mes. La mujer era administrativa y cobraba 600. Sólo poseían humo. Cualquier problema con las cuotas de los préstamos y les embargarían todo.
Un día en la *TVG salió Fraga diciendo, si los gallegos no tienen más hijos se perderá la raza gallega. Pues que los tuviera el.
No soportaba la idea de tener hijos propios y decirles cosas como: lo siento no podemos comprar esto, no podemos comprar aquello, el dinero no cae del cielo.
Alimentados con aquellas ideas, era muy complicado que los hijos de los esclavos asalariados progresaran en la vida. La mayoría acabarían igual que sus padres.
Esclavos asalariados, eso es lo que eran. Bueno, el también, pero era una situación temporal. Temporal claro, pero llevaba así desde que había abandonado F.P. a los diecisiete, mierda.
Natalia confundía las cosa, no comprendía su punto de vista y solía terminar las discusiones con un, eres un maldito tacaño.
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El renacuajo correteaba por el pasillo chillando como un poseso, divirtiéndose con un juego imaginario que sólo el comprendía.
Las mujeres estaban en la cocina hablando de sus cosas mientras en el salón Kike se tomaba unas cervezas con David.
-Mañana Sábado voy a pescar con unos amigos, ¿te animas?- propuso Kike
-Ya sabes que no me interesa la pesca
-Divertirte un poco, no te hará daño. Para eso sirve la pasta. No tienes hijos, andas con un coche diez años…
-Lo único que me interesa de un coche es que me lleve a los sitios. Estoy ahorrando porque tengo otras aspiraciones.
-Mira David, las aspiraciones son para otro tipo de personas, eres igual que yo, un simple currante. Tienes que dejar de soñar.
-La cena ya está- anunció Sonia
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Kike animó la cena contándoles lo que le había sucedido una vez, cuando empezó a buscar trabajo. Entonces andaba por ahí con coleta, pendientes y barba. Un día acudió con un colega a una entrevista para una empresa de mudanzas. Era en verano. Se presentó con una camiseta negra con la leyenda, YO HAGO EL AMOR Y NO DOY LA GUERRA, impresa en letras amarillas.
La entrevista fue corta, y en un momento dado el entrevistador le dijo sin más explicaciones, lo siento chico, no puedo darte el trabajo porque hay que subir a los pisos.
Después entró su colega. Kike lo esperó fuera.
Cuando salió el colega le contó, entre risas, que le habían cogido para currar, y que el tipo de la entrevista le comentó, sin saber que Kike era su amigo: Ese que ha venido antes que tú, lleva coleta y pendientes, y yo a esa gentuza no les doy trabajo porque se meten de todo.
-¿Te acuerdas cuando fuiste a recogerme a casa por primera vez?, mi madre se quedó alucinada- decía Sonia mientras servía un poco de vino.
-Ha si, fue porque iba borracho y con la marca de una rueda en la camisa blanca.
-¿una marca de rueda?- repitió David incrédulo
-Si. Aquella tarde llevaba el pelo cortito, estaba bien afeitado, vestía una camisa blanca y vaqueros de marca. Había bebido de más antes de acercarme a recogerla. En el bar hicimos una apuesta a ver si era capaz de aguantar que me pasara una vespino por encima. Antes de que me diera cuenta de la estupidez que estaba haciendo ya tenía la marca de la rueda delantera sobre la camisa. Continuamos bebiendo, y con las tonterías me olvide de cambiarme la camisa antes de ir a recoger a Sonia.
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Está en una calle desconocida, hay unas cuantas personas observándole. Intenta elevar sus pies del suelo, pero no lo consigue.
Otra calle distinta. Ahora prueba de otra forma, da un salto y a continuación impulsa el cuerpo hacia delante. Esta volando, lo ha logrado.
La velocidad se incrementa de forma gradual, va tan rápido que nota como su cuerpo empieza a evaporarse. Todo termina con una especie de descarga eléctrica que le detiene y le sume en una espesa oscuridad.
A pesar de no ver nada sabe que está en su habitación, levitando sobre la cama. La calma dura poco. Ahora su cuerpo se contorsiona en el aire y da vueltas sobre si mismo, como si estuviera en el trampolín de una piscina. De nuevo la conocida sensación de que su cuerpo desaparece, mientras la velocidad aumenta hasta lo imposible. La corriente de aire es tan intensa que no puede respirar. ¡Voy a morir asfixiado!. Descarga eléctrica.
Se despertó en ese instante, sorprendido de que su cuerpo estuviera intacto.
SEGUNDA PARTE
“A la gente que afirma: Soy accionista, soy dueño de un Banco. Yo les digo: No eres dueño de nada, sólo tienes PAPELITOS.”
Lugo, Junio del 2003. Profesor de Universidad hablando con un broker, ante 30 de sus alumnos a los que llevó de visita a una sala de bolsa para que conocieran su funcionamiento.
“No arriesgar equivale a fracasar”
Manuel Lao Hernández
Presidente de Cirsa
1 Julio del 2002
En Lugo sólo existía una empresa dedicada en exclusiva al mercado financiero, Ahorro 40. Estaba situada en la Plaza de Santo Domingo, en pleno centro de la ciudad.
Sabía algo de acciones, llevaba unos dos años realizando operaciones, con cierto éxito, siguiendo las indicaciones de la revista Dinero 15, pero no le agradaba depender de los consejos de otros. Quería ser capaz de tomar sus propias decisiones de inversión.
Lo que le atrajo de Ahorro 40 fue que sus comisiones eran considerablemente más bajas que las que le cobraba el banco, además contaba con una sala de bolsa.
En la entrada tenían un cartel que rezaba: “En la bolsa como en la vida la confianza es fundamental”.
Para llegar a la sala de bolsa había que cruzar un estrecho pasillo, con despachos a los lados. Ocupaba unos cien metros cuadrados. Ocho grandes pantallas cubrían una de las paredes. En la otra punta de la sala los broker disponían de un pequeño espacio, en el que destacaban tres potentes ordenadores. En el medio había unas cincuenta sillas para que los clientes se sentaran. Las gigantescas pantallas repletas de gráficos en continuo movimiento no le decían nada. No tenía ni idea de *análisis técnico.
Abrió una cuenta y colocó todo su dinero, 30000 euros, en *repos.
Por aquel entonces trabajaba en una empresa que fabricaba e instalaba puertas por toda la provincia. Estaba de vacaciones y aprovechó para dejarse caer por la sala un par de veces. Desde el principio le intrigó eso de los *contratos de futuro, le llamaba la atención la cantidad de dinero que se podía ganar con ese producto financiero.
Un día escuchó una conversación que le hizo ver la bolsa con otros ojos.
Un tal Julio, 32 años, empleado de una compañía de seguros, le estaba comentando a otro:
-Para mí las acciones son todas iguales. Aquí de lo que se trata es de ganar pasta.
-No estoy de acuerdo. Poseo acciones de Telefónica a una media de 25 euros, pero se que es una buena empresa. Con el tiempo ya volverá a subir.
-Olvídate de eso que dices. Aquí no existen ni buenas ni malas empresas. Ningún inversor sabe realmente cuanto dinero gana o pierden las empresas cotizadas. Los únicos que saben la verdad son los directivos. Telefónica por ejemplo, podría estar perdiendo dinero. ¿Quién sabe?. Ellos te presentan unas cuentas bien maqueadas y ya está. Por ese motivo el *análisis fundamental no sirve para nada. Son los gráficos los que lo dicen todo. Yo se que Telefónica ahora mismo, está bajista como toda la bolsa. Que tiene unos soportes y unas resistencias. Eso es todo. Esto es un juego. ¿Cómo te explicas que las acciones ganan o pierdan en una semana un diez por ciento o incluso más?. Las empresas no aumentan ni disminuyen sus beneficios en esa misma proporción y en tan poco tiempo. ¿Y que me dices de esos valores que pierden pasta a punta pala y su precio en bolsa se multiplica varias veces?. O al revés, empresas maravillosas que teóricamente están ganando mucho dinero y sin embargo no levantan cabeza desde que salieron a cotizar, como Telefónica Móviles por ejemplo. La bolsa es como una partida de cartas.
******
A la semana siguiente soñó con que el índice Ibex tocaba los 7000 y posteriormente subía con fuerza.
Llamó a Ahorro 40 y estuvo conversando con Ricardo, uno de los broker.
Le anunció que deseaba realizar una operación con futuros. Ricardo le explicó que para operar con productos derivados por primera vez, tendría que esperar dos días para que MEFF le diera la clave.
Durante ese corto intervalo de tiempo, David se tranquilizó y se dio cuenta de que operar en base a un sueño era una insensatez. Optó por no hacer nada.
El sueño tardaría más de doce meses en cumplirse.
En aquellas fechas el índice alcanzó los 7100 y a continuación se desplomó con fuerza.
Una mañana se pasó por allí, y como ya disponía de la clave para trabajar con derivados, le dio una venada y decidió estrenarse. Se puso *corto con un *mini en 6450, sin ningún motivo especial, sólo por probar.
-Buena señal- comentó Ricardo –En la primera operación casi todo el mundo se pone *largo.
David no tenía ni idea de lo que estaba haciendo.
Un bolsista de unos 48 años, llamado Fernando, le recomendó empezar a operar sobre el papel. En cuanto obtuviera resultados positivos podría efectuar operaciones reales.
Aquel se convertiría en el mejor consejo que le darían sobre el mundo de la bolsa en toda su vida, pero entonces no lo sabía. Le entró por un oído y le salió por el otro.
El resto del tiempo lo pasó contemplando las pantallas con nerviosismo. El Ibex subía y subía.
Su agonía duró media hora. Le puso fin cuando las pérdidas alcanzaron los 50 puntos. Salió de allí cabreado consigo mismo, pensado que aquello no era lo suyo.
2
A finales de mes se le ocurrió una idea genial (al menos eso le pareció en aquel momento).
Meses atrás, por curiosidad había comprado por correo un péndulo y un libro en el que se explicaba como usarlo. Durante una semana estuvo entrenando hasta lograr que se moviera cuando se le efectuaba una pregunta. Parecía cosa de locos, pero realmente se movía sólo. En el libro afirmaban que eso demostraba la fuerza de la mente sobre la materia.
Se sentaba en una silla frente a una mesa y le preguntaba cosas. Giro a la derecha significaba si, giro a la izquierda significaba no. Era sorprendente observarlo girar como si tuviera vida propia. Sólo se movía mientras le repetía la pregunta una y otra vez. En el momento que se quedaba callado, el péndulo ralentizaba su movimiento hasta detenerse por completo. Al final lo abandonó en la estantería, porque después de unas cuantas pruebas comprobó que se equivocaba en la mayoría de las ocasiones.
El concepto era tan simple que no entendía como no se le había ocurrido antes.
Aplicado al mercado de futuros, si el péndulo se equivocaba casi siempre, ¡haciendo lo contrario acertaría!.
Lo probó sobre el papel durante cinco sesiones, acertó en cuatro y falló en una.
Pensó que había descubierto la pólvora. Estaba seguro de que con aquella idea se llenaría los bolsillos. ¡Dios!, estaba deseando que el fin de semana se terminara lo antes posible.
El lunes se presentó en Ahorro 40 a las 17:30.
El broker se quedó bastante extrañado cuando David le explicó que iba a empezar a operar con un *contrato grande, que no tenía un nivel de stop y que aguantaría en la misma posición hasta las 17:30 del día siguiente.
El martes cerró la operación (que se saldó con 10 puntos de perdida), y abrió otra en el sentido contrario. Tomó nota mental de que era mejor ejecutar las jugadas a las 17:33, de esta forma se ajustaría más al precio de cierre que era las 17:35. Los movimientos del miércoles y el jueves los realizó por teléfono. El viernes se dejó caer por la sala de bolsa porque tenía que realizar el *relover, ya que era vencimiento de futuros. Las ganancias de la semana ya sumaban 200 puntos. Tenía más confianza que Dios.
Efectuó el relover a las 16:30, en 6400. Venía largo del día anterior y según su sistema debía de permanecer en la misma posición, ya que para el lunes el pronóstico era que cerraría en positivo. Aquel viernes a la media hora de hacer el relover ya iba ganando cien puntos. Era una tarde soleada del mes de Agosto y en la sala sólo había dos clientes. Carlos el dueño de la cafetería M., esa que está al lado de los institutos y Julio.
Le tantearon, les dijo que llevaba operando una semana, disponía de un sistema y llevaba ganados 200 puntos en operaciones ya cerradas.
Carlos, al percatarse que desde el relover David ya ganaba 100 puntos, le advirtió:
-Cierra tu posición chaval. Recoge las ganancias. ¿No ves que estás ganando 100 puntos?. Estás con un contrato grande y eso representa 1000 euros.
-No. Mi sistema me dice que el lunes va a cerrar en positivo- le contestó David.
Su fe en el sistema era colosal.
Carlos le miró fijamente durante unos segundos. Tal vez pensó que David era un novato con suerte. Seguramente esa suerte se le acabaría pronto. Se levantó de la silla, se aproximó a la pantalla y señaló el ticket del Ibex.
En aquel momento Carlos estaba fuera del mercado, y al parecer sólo esperaba una excusa para entrar, el novato era una excusa perfecta.
-Esto ha subido mucho- aseguró mientras golpeaba la pantalla con el dedo. - ¡Ricardo!, véndeme uno aquí, rápido.
3
El lunes decidió dejar su trabajo. El jefe alucinó al enterarse de que se marchaba para montar su propio negocio.
Aquel era un trabajo de mierda, sin futuro. Tener su propio negocio, depender de sí mismo y no dar explicaciones a nadie era lo que siempre había soñado.
Natalia no se opuso porque vio que estaba ganando dinero y pensó que aquello podía funcionar.
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Ese mismo día el índice continuó su ascenso. El martes cerró ligeramente en negativo unos pocos puntos. Para el miércoles continuaba dándole positivo, así que aprovechó el falló del martes para reforzar su posición con otro contrato grande. El miércoles cerró en positivo. Para el jueves el pronóstico era el mismo. Empezó a dudar. Pero era lo único que tenía. Decidió mantener su fe en el sistema. ¿Acaso le había defraudado?.
El jueves al mediodía consultó al péndulo. Lo cogía con la mano derecha y le preguntaba:
-Mañana viernes, ¿el índice Ibex va a cerrar la sesión en positivo?
Continuó repitiendo la pregunta hasta que el péndulo comenzó a moverse. Ese día giró hacia la derecha. Aquello significaba si. Como hacía lo contrario, el pronóstico era que el viernes el mercado terminaría la sesión en negativo.
Aquel jueves por la tarde, en vez de llamar por teléfono decidió pasarse por Ahorro 40.
******
Al entrar, C. el dueño de la oficina, le saludó con mucho respeto, y le entregó personalmente los extractos de los movimientos realizados por teléfono.
Al oír su nombre, Fernando se dio la vuelta y le dijo:
-Así que tú eres el famoso David…
En una sala de bolsa las noticias vuelan. Muchos clientes ya se habían enterado de que en ocho sesiones había ganado 750 puntos. Seis aciertos y dos fallos. Sentían curiosidad y querían saber más. David les dijo que iba a cerrar todas sus posiciones largas y abrir cortos, porque su sistema auguraba que el viernes la bolsa cerraría en negativo.
Transmitía la imagen de una persona tranquila y muy segura de lo que estaba haciendo.
El señor Cristóbal, un tipo de sesenta años que era profesor en el instituto de las Mercedes, comentó:
-Debe de tener acceso a información privilegiada.
En un momento dado, Julio le preguntó si sabía algo de gráficos. Le contestó que no.
Gonzalo, un argentino que trabajaba en una clínica dental le indicó:
-Es imposible que continúes mucho más tiempo con el mismo ritmo de ganancias.
David contestó con:
-Todo es imposible hasta que alguien lo hace posible.
Era una cita que había leído en alguna parte.
Durante unos minutos en la sala reino el silencio, fue algo un poco extraño.
Al finalizar la jornada bursátil, C. le llevó a su despacho, donde mantuvieron una agradable conversación sobre el mundillo financiero. C. trataba de averiguar quien era realmente David.
No le importó proporcionarle la información que le pedía, referente a donde había trabajado y si había operado antes con futuros. Pero cuando C. le preguntó que sistema seguía, David le dejó claro que no se lo iba a decir.
C. lo entendía, pero continuó intentándolo. ¿Era un sistema matemático o algo así?. Se tuvo que conformar con un, más o menos, qué no le aclaró nada.
-Mira, es que yo estoy siguiendo el sistema de una página de Internet, y no me está dando muy buenos resultados.
Dijo un par de cosas más, y volvió al ataque.
C. veía ante si a un chaval de veintisiete años que acertaba cual sería la dirección que tomaría el mercado de una forma sorprendente. Al principio cuando empezó a escuchar rumores sobre aquel chico, pensó que sólo era suerte. Pero cuando los aciertos se fueron acumulando empezó a sospechar que tal vez estuviera ante un genio de las finanzas. No se podía tener tanta suerte de forma continua, ¿o si?. Además estaba aquella forma de actuar, jugando con contratos grandes, esperando hasta los últimos minutos de la sesión y tan tranquilo. Ni siquiera una llamada a mitad de la jornada para ver como se desarrollaban las cosas. Parecía saber de antemano el resultado. Y su actitud era la de un ganador. Como si ganar dinero de aquella manera fuera lo más normal del mundo.
Al final le dijo:
-En la sede de nuestra empresa en Madrid, tenemos a un grupo de veinte personas encargados de tomar las decisiones de inversión de Ahorro 40 y configurar su cartera modelo. Se reúnen todos los días en un despacho enorme y antes de realizar ningún cambio analizan toneladas y toneladas de información. Se quedarían con la boca abierta si se enteraran de que tenemos aquí a un visionario que llega por las tardes, dice, mañana cerrara en positivo o negativo, y acierta en la mayoría de los casos…
En ese instante oyeron unos golpes en la puerta que interrumpieron la charla. Era Alfonso, uno de los broker, le avisó de que ya eran las 18:30, que Ricardo y el ya se iban a ir. C. le preguntó si habían apagado las pantallas, cuando el broker le contestó afirmativamente le despidió diciendo, bueno pues entonces hasta mañana.
C. continuó explicándole que algunos clientes poseían un elevado patrimonio y estaban dispuestos a correr riesgos. A su talento se le podía sacar mucho provecho, siempre y cuando el sistema continuara funcionando durante dos meses. C. Tenía muchos años de experiencia y sabía que dos meses era un plazo de tiempo más que suficiente para poner las cosas en su sitio. Era muy cauteloso y no quería precipitarse.
Si todo fuera bien podríamos llegar a crear un fondo de inversión. En este negocio por muy bien que hagas las cosas siempre ganarás más con el dinero de los demás que con el tuyo. Puedes hacerte inmensamente rico.
-Yo creo que todo ocurre por algo. No creo en la suerte. Pienso que la mente se lo inventa todo- mencionó David en un determinado momento.
-Algo parecido me decía mi abuelo cuando yo tenía nueve años. < ¿Ves ese árbol de ahí?, sólo existe dentro de tu mente >. ¿Sabes una cosa?, muchas veces cuando voy conduciendo no paro de darle vueltas a la forma de cómo hacerme rico, pero rico de verdad. Soy el dueño del cincuenta por cien de esta oficina y de otra en La Coruña, pero prácticamente es como si fuera un empleado. Son los de Madrid lo que toman la mayoría de las decisiones. En el noventa y nueve las cosas marchaban tan bien que los de Madrid me propusieron abrir otra oficina en La Coruña, tuve que ceder a sus propósitos y ahora me tengo que meter varios viajes todas las semanas, y eso que en La Coruña perdemos dinero. Llevo un tiempo dándole vueltas a la idea de vender mi participación en esta empresa y montar algo parecido por mi cuenta.
Salieron del despacho y se dirigieron a la sala de bolsa. Eran ya las ocho de la tarde.
-Colocar todas estas pantallas fue idea mía. En las demás salas tienen dos o tres, pero aquí hay de todo, el Dax alemán, el Eurostoxx, el bono, divisas, materias primas, casi todo lo que existe. ¿Sabes cuanto dinero cuesta mantener abierta esta oficina todos los meses?
-No tengo ni idea
-Pues 6000 euros. Al principio empezamos en un local más pequeño, nos tocaron esos años en que las bolsas subían y subían sin parar. Aumentó tanto el negocio que nos trasladamos aquí. Por aquel entonces disponía de dos secretarias y seis broker. Desde el dos mil la bolsa no para de caer, y esto ya no es lo que era. Ahora nos sobra espacio y sólo puedo darle trabajo a dos broker, ni siquiera nos hacen faltan las secretarias. Tenemos muy buenos clientes y ahí que cuidarlos, por eso continuamos en Lugo.
Siguieron hablando hasta que dieron las nueve.
En el exterior todavía era de día y hacía bastante calor. Faltaba poco para que el verano llegara a su fin.
Salió de Ahorro 40 con la sensación de ser alguien importante. Veía su sueño cada vez más cerca.
Cuando llegó a casa se lo contó todo a Natalia.
-Voy a forrarme. Tenías que ver la cara de admiración de la gente. Nunca han visto nada igual. Soy el número uno.
Le extendió los extractos de las últimas ocho sesiones.
-Esto está muy bien, pero aquí hay unos días en los que perdiste dinero…
-Nadie acierta el cien por cien de las veces. Se trata de ganar más de lo que se pierde, y yo ya he ganado 8500 euros. Esta es la buena nena. Lo voy a lograr.
-No se David, parece demasiado sencillo. Todo el mundo tiene que esforzarse para ganar dinero, y tú lo ganas como nada. Ya sabes lo que dicen, dinero que viene rápido se va rápido. Cariño, ¿no has pensado que a lo mejor has tenido mucha suerte?
-¿Suerte?, odio esa maldita palabra. Ya te lo he dicho muchas veces, la suerte no existe.- aseguró David, un poco fastidiado porque Natalia no se contagiaba de su entusiasmo.
-Ya se que buscabas un negocio, pero esto no parece algo serio. Te dedicas a jugar al alza o a la baja, parecen apuestas.
-¿Y que más da?, lo que importa es que gano pasta. Fíjate en George Soros, su fortuna se calcula en 5000 millones de dólares, ¿y como lo hizo?, pues comprando y vendiendo sin parar. Es un especulador, o dicho de otra manera, un comerciante de capitales. Esa es la mejor definición. Mira Natalia, en este mundo sólo los más estúpidos trabajan con las manos. Las personas inteligentes utilizan el cerebro. Ganar dinero con el dinero es lo máximo. Yo quiero ser como George Soros.
Aquella noche llevó a Natalia al restaurante más caro de la ciudad, al volver hicieron el amor apasionadamente.
(Continuará mañana Domingo.)
PRIMERA PARTE
“Los bienes, mercancías, riquezas y todas las demás nociones de la conducta no son elementos de la naturaleza, sino de la mente”
Ludwing Von Mises
“Siempre soñé con gente poderosa, dictadores y demás. Siempre me impresionó la gente que podía ser recordada cientos o, como Jesús, miles de años.”
Arnold Scwarzeneger
1 Lugo, Marzo de 2003
Llevaba muchas horas ante la pantalla.
Mientras en el walkman sonaba la canción Despierto y pierdo del rapero Payo Malo, iba desplazando los gráficos del índice *Ibex 35 con el ratón.
El resultado de sus estudios ocupaba ya setenta folios.
Eso era todo lo que había conseguido tras casi siete meses peleando con el mercado. Eso y que su cuenta pasara de 30000 a 10250 euros.
¿Y ahora qué?
2 Enero de 1999
No te tomes a mal lo que te voy a decir, David. Tienes la casa llena de revistas de economía. Siempre estás hablando de multimillonarios como Amancio Ortega, Bill Gates y George Soros. Tu conversación gira siempre alrededor del dinero. No sabes hablar de otro tema.
Cuando tenías once años, alguien te preguntó que querías ser de mayor. Seré millonario, contestaste todo serio, añadiendo, cualquier día de estos aparezco en casa con un Porsche.
Ha pasado el tiempo y sólo eres un tipo del montón. Sólo sabes hablar tío, sólo sabes hablar.
3 Noviembre de 1999
Tras cargar las rigolas en el chimpin, las depositaron junto a la zanja, colocándolas en fila para que Toño las fuera encajando.
Miguel ya estaba quejándose de algo, esta vez era la espalda. David ya estaba hasta los cojones de escuchar sus lamentaciones. Empezó a llover, y fueron hasta la caseta para ponerse los trajes de agua. Cuando salieron el jefe les gritó:
- ¡Vosotros dos!, ir hasta la otra calle con el chimpin y traer las tres chapas que quedaron
allí.
Eran las chapas gordas, las que pesaban alrededor de cien kilos. Las usaban para que los vehículos pudieran entrar y salir del garaje. Una vez que las obras finalizaban las retiraban. Transportaron las tres chapas hasta el cazo del chimpin entre jadeos y gruñidos. Una vez que terminaron su tarea, pararon un momento para recuperar el aliento. Miguel aprovechó para encender un cigarrillo mientras comentaba:
- Este trabajo es una #@#!%# mierda colega, nos tratan como animales. Encima hoy me duele la espalda que flipas, vaya porquería de vida…
¡Dios! Que tipo más plomo este Miguel. Ha veces le daban ganas de agarrar un pico y clavárselo en la cabeza. No necesitaba que le recordaran continuamente lo asqueroso que era aquel empleo.
David condujo el chimpin hasta llegar al lugar donde estaba el resto de la cuadrilla.
-¿Dónde dejo esto?
-En aquella zona, junto con las otras. Después ayudar a los demás a colocar las vallas.
Mientras tanto nosotros recogemos las herramientas.- dijo el encargado
-Oye, estas chapas son de las gordas, manda a alguno para que nos eche una mano, que ya
nos hemos reventado bastante al colocarlas en el chimpin.
-¡Azuquita!, ven paquí, monta en el chimpin con estos dos y ayúdales a descargar las chapas.
Cuando terminaron eran las 20:30. La caseta apestaba a sudor y humedad. Mientras se cambiaban, Miguel le explicaba a Manolo:
-Lo que da pasta de verdad es la droga, coño. Los que se dedican a traficar se forran. Yo es que tengo dos hijos, que si no ya verías tú…
Menudas gilipolleces tenía que escuchar, pensó David. La mayoría de los que se dedicaban a la venta de droga eran unos pringaos. Uno de cada 10000 se hacían ricos, el resto nada. La vida les empujaba de un lado para otro y generalmente terminaban en la cárcel o cosidos a navajazos. ¿Pero que sabía Miguel?, no era más que un pedazo de ignorante que se creía todas las tonterías que decía la gente, y las repetía como si fueran verdades absolutas. Esa era la forma de pensar de la mayoría.
-Salir de la caseta, rápido, mirar que chavala, ¡guapa, morenaza!- exclamaba Néstor
******
-Oye, ¿me llevas?. Es que tengo el coche en el taller
-Si, claro, sube
El Fiat uno no arrancó hasta el tercer intento, siempre que llovía de aquella manera pasaba lo mismo. Durante el trayecto Manolo le comentó sus planes. Quería irse a trabajar a un hotel en Mallorca. Era la última moda en Lugo. Pagaban sobre 1200 euros más propinas alojamiento y comida gratis. El único problema era que la temporada de trabajo sólo duraba seis meses.
Tras dejar a Manolo en la Avenida de las Américas, dio la vuelta y bajó hasta la Ronda del Carmen. Introdujo el coche en el garaje y subió a casa.
Natalia estaba haciendo la cena.
-¿Qué tal cariño?
-Bien – contestó David
Solía contestar lo mismo a todo el mundo. Bien, todo va bien.
Estaba harto de la vida que llevaba. Notaba como el tiempo se le escapaba, y su sueño se alejaba más y más cada día que pasaba. A pesar de todo procuraba no lamentarse delante de los demás. Lamentarse era como sufrir o pasar miedo, no servía para nada.
Miguel era el mejor ejemplo, siempre estaba llorando por todo, y las cosas le iban cada vez peor. Dos meses atrás había estado de baja por culpa de la espalda, no se le había curado bien y ahora volvía a padecer los mismos síntomas. Además a la madre le habían detectado un cáncer y le quedaban pocos meses de vida.
Durante la cena Natalia estuvo parloteando sobre temas que a David no le interesaban en lo más mínimo. Cosas del tipo, mi amiga esto y mi jefe aquello. También le informó de que Kike y su mujer vendrían a cenar mañana.
En la televisión daban un documental sobre el efecto 2000. Llevaban todo el año machacando a la gente con el asunto. Consideraban que por culpa de un fallo informático, existían muchas posibilidades de que el mundo se colapsara y todo se fuera al garete.
Muchas empresas estaban invirtiendo fuertes sumas de dinero para evitar el problema.
Después de los comentarios, la pantalla se llenó con la imagen de un señor portando una Biblia. Mientras hablaba, movía el libro para darle mayor énfasis a sus palabras. Todo coincide, explicaba, he repasado las fechas varias veces, el uno de Enero del 2000 llegará el Apocalipsis. Dios destruirá el mundo y sólo se salvaran los que llevan una vida libre de pecado.
Al terminar la cháchara, la cámara se acercaba, y aparecía la cara del hombre en un primer plano mientras advertía:
-¡Arrepentíos pecadores!, todavía estáis a tiempo.
A continuación aparecía un norteamericano al que presentaban como abogado. Tras venderlo todo, se había llevado a su familia y a varios parientes a una granja en el centro del país. El pueblo más cercano estaba a cien kilómetros. Había aprendido a matar animales y a cultivar la tierra con técnicas antiguas, porque en su opinión el colapso provocado por los ordenadores hundiría todos los petroleros en el Océano. La humanidad debería de irse acostumbrando a vivir sin petróleo y sin electricidad, todo fallaría y el mundo regresaría a la época medieval. Estaban fuertemente armados y tenían un montón de comida enterrada en botes de cristal alrededor de la casa. Parecía una locura, pero en Estados Unidos miles de individuos pensaban igual, y estaban adoptando medidas similares.
Al final del documental salía un hombre que había rodado una película sobre el tema. Cuando le preguntaron donde estaría el primer día del año 2000, contestó:
-Lo más lejos posible de cualquier ciudad
Se fue a la cama pensando que todo aquello era una maniobra de las empresas informáticas. Fomentaban el pánico para hacer negocio.
******
Natalia se durmió enseguida, pero el no podía. Pensaba y pensaba. Una idea, una puñetera y miserable idea, eso era todo lo que necesitaba para salir a flote y emprender el camino hacia los millones de euros que le estaban esperando en alguna parte. Se pasó hora y media fantaseando, trazando grandes planes en los que se veía a si mismo como un triunfador. Empresas, palacios, y caballos purasangres. En la fantasía conseguía todo lo que quería, pero los pasos que debía de dar para alcanzar su objetivo no estaban claros.
******
Natalia entraba a trabajar más temprano, y el poco ruido que hacía fue suficiente para despertarle. Escuchó el sonido de sus pasos por el pasillo. Después se fue y cerró la puerta de casa con suavidad.
Se levantó y arrastró los pies hasta el baño. Al afeitarse observó que ya tenía una cana. Veinticuatro años y ya había empezado la cuenta atrás. Mientras contemplaba su imagen en el espejo, le vino a la mente una escena de cuando tenía veinte años y trabajaba como mensajero en Vía Conexión.
La jornada había terminado. El señor Louzao, su jefe, era una persona muy enrollada, y se podía charlar con el de cualquier cosa. En ese instante David le comentaba que quería montar algún negocio y hacerse rico, que no pensaba en otra cosa.
Al cabo de un rato el señor Louzao dictaminó:
-Tú eres un tío listo. De verdad, no se que haces trabajando aquí. No eres como los demás mensajeros, no soportas ser un simple empleado. Yo era como tu, hasta que me di cuenta de que no era suficiente con soñar y hablar del asunto, me di cuenta de que tenía que hacer algo. Hacer algo, ¿entiendes?.
-Hacer algo- le repitió David a su propio reflejo, añadiendo –Tengo que hacer algo, necesito hacer algo distinto, no quiero continuar así. No quiero seguir formando parte del rebaño y conformarme con un piso, un buen coche, hijos y deudas. Quiero ser algo más que todo eso.
Se duchó intentando pensar en alguna gran idea. No se le ocurrió nada.
Desayunó un tazón de cereales y un par de croissant de mermelada.
******
La niebla invadía la ciudad. Condujo con cuidado hasta llegar a la zona en obras. Casi siempre era el primero. Pasó el rato dentro, con la calefacción puesta, escuchando el programa anda ya en la cadena 40.
Fueron llegando los demás. El último en aparecer fue el cepo, que era como apodaban al encargado. Abrió la caseta y mientras se mudaban de ropa, el encargado se puso asignar las tareas.
A David le tocó pasarse la mañana colocando tubos verdes, esos de R. Al mediodía almorzó con varios miembros de la cuadrilla en un restaurante cercano. En aquel lugar, al terminar de comer, cuando todos estaban en la barra, tenían la costumbre de iniciar una guerra de cacahuetes.
Por la tarde le tocó estar con el palista. Cuando dejaba de perforar, David cargaba los escombros en el cazo del chimpin. De vez en cuando le tocaba usar un rato el pico, porque sabían que estaban cerca de una tubería de agua.
La niebla de la mañana ya se había disipado, y lucía el sol, a pesar de todo la temperatura no pasaba de los dos grados.
Al finalizar la jornada se acercó hasta el Lucus Gim. Solía acudir tres días por semana a la sala de musculación, para mantenerse en forma. Aunque en realidad lo hacía porque después de una sesión salía de allí muy relajado, y era más barato que acudir a un masajista. En el gimnasio descargaba un montón de adrenalina, y dejaba allí todas las frustraciones acumuladas a lo largo de la semana. Era como si las pesas representaran sus problemas.
Hoy tocaba pecho, bíceps y abdominales. En pecho batió su propio record al realizar cuatro series de press de banca con cien kilos sin ayuda.
Cuando David descansaba, Emilio aprovechaba para ejecutar sus repeticiones. Era capaz de realizar ocho repeticiones con ciento setenta kilos. Desde hacía un par de años, era el dueño del Lucus Gim. Trabajaba como contable. Le había comprado el gimnasio al antiguo propietario, un tal Pachy, por 120000 euros. Para pagarlo se endeudó con el banco. Al principio las pasó canutas, pero ahora ya estaba libre de deudas y su inversión le rentaba una buena cantidad de dinero cada mes. El número de socios se incrementaba cada año. Emilio tenía a seis personas trabajando para el, y planeaba montar otro gimnasio en unos locales nuevos en la calle Villalba. Además había ganado algunos campeonatos de culturismo a nivel gallego.
******
Cuando llegó a casa se encontró con Kike, el hermano de su novia Natalia, con su esposa Sonia y el crío.
A Natalia le volvía loca el enano, le encantaba tocarlo y jugar con el. Ella quería tener hijos propios, pero David de momento no. Aquel asunto era el origen de múltiples discusiones. David tenía muy claro que mientras no estuviera satisfecho con su situación económica, no tendría hijos. Natalia siempre le echaba en cara que sus ahorros ascendían a 15000 euros, y que entre eso y dos sueldos era suficiente. Mira a mi hermano Kike, solía decir, no tenía ni un euro, y ahí lo tienes. Están criando al chaval, pagando la hipoteca y encima se acaban de comprar un coche nuevo. Ya me dirás tú porque no puedes hacer lo mismo.
Ya. Kike estaba endeudado hasta las cejas y curraba como un animal en Maderas Besteiro, haciendo un montón de horas extras a cambio de 1100 euros al mes. La mujer era administrativa y cobraba 600. Sólo poseían humo. Cualquier problema con las cuotas de los préstamos y les embargarían todo.
Un día en la *TVG salió Fraga diciendo, si los gallegos no tienen más hijos se perderá la raza gallega. Pues que los tuviera el.
No soportaba la idea de tener hijos propios y decirles cosas como: lo siento no podemos comprar esto, no podemos comprar aquello, el dinero no cae del cielo.
Alimentados con aquellas ideas, era muy complicado que los hijos de los esclavos asalariados progresaran en la vida. La mayoría acabarían igual que sus padres.
Esclavos asalariados, eso es lo que eran. Bueno, el también, pero era una situación temporal. Temporal claro, pero llevaba así desde que había abandonado F.P. a los diecisiete, mierda.
Natalia confundía las cosa, no comprendía su punto de vista y solía terminar las discusiones con un, eres un maldito tacaño.
******
El renacuajo correteaba por el pasillo chillando como un poseso, divirtiéndose con un juego imaginario que sólo el comprendía.
Las mujeres estaban en la cocina hablando de sus cosas mientras en el salón Kike se tomaba unas cervezas con David.
-Mañana Sábado voy a pescar con unos amigos, ¿te animas?- propuso Kike
-Ya sabes que no me interesa la pesca
-Divertirte un poco, no te hará daño. Para eso sirve la pasta. No tienes hijos, andas con un coche diez años…
-Lo único que me interesa de un coche es que me lleve a los sitios. Estoy ahorrando porque tengo otras aspiraciones.
-Mira David, las aspiraciones son para otro tipo de personas, eres igual que yo, un simple currante. Tienes que dejar de soñar.
-La cena ya está- anunció Sonia
******
Kike animó la cena contándoles lo que le había sucedido una vez, cuando empezó a buscar trabajo. Entonces andaba por ahí con coleta, pendientes y barba. Un día acudió con un colega a una entrevista para una empresa de mudanzas. Era en verano. Se presentó con una camiseta negra con la leyenda, YO HAGO EL AMOR Y NO DOY LA GUERRA, impresa en letras amarillas.
La entrevista fue corta, y en un momento dado el entrevistador le dijo sin más explicaciones, lo siento chico, no puedo darte el trabajo porque hay que subir a los pisos.
Después entró su colega. Kike lo esperó fuera.
Cuando salió el colega le contó, entre risas, que le habían cogido para currar, y que el tipo de la entrevista le comentó, sin saber que Kike era su amigo: Ese que ha venido antes que tú, lleva coleta y pendientes, y yo a esa gentuza no les doy trabajo porque se meten de todo.
-¿Te acuerdas cuando fuiste a recogerme a casa por primera vez?, mi madre se quedó alucinada- decía Sonia mientras servía un poco de vino.
-Ha si, fue porque iba borracho y con la marca de una rueda en la camisa blanca.
-¿una marca de rueda?- repitió David incrédulo
-Si. Aquella tarde llevaba el pelo cortito, estaba bien afeitado, vestía una camisa blanca y vaqueros de marca. Había bebido de más antes de acercarme a recogerla. En el bar hicimos una apuesta a ver si era capaz de aguantar que me pasara una vespino por encima. Antes de que me diera cuenta de la estupidez que estaba haciendo ya tenía la marca de la rueda delantera sobre la camisa. Continuamos bebiendo, y con las tonterías me olvide de cambiarme la camisa antes de ir a recoger a Sonia.
******
Está en una calle desconocida, hay unas cuantas personas observándole. Intenta elevar sus pies del suelo, pero no lo consigue.
Otra calle distinta. Ahora prueba de otra forma, da un salto y a continuación impulsa el cuerpo hacia delante. Esta volando, lo ha logrado.
La velocidad se incrementa de forma gradual, va tan rápido que nota como su cuerpo empieza a evaporarse. Todo termina con una especie de descarga eléctrica que le detiene y le sume en una espesa oscuridad.
A pesar de no ver nada sabe que está en su habitación, levitando sobre la cama. La calma dura poco. Ahora su cuerpo se contorsiona en el aire y da vueltas sobre si mismo, como si estuviera en el trampolín de una piscina. De nuevo la conocida sensación de que su cuerpo desaparece, mientras la velocidad aumenta hasta lo imposible. La corriente de aire es tan intensa que no puede respirar. ¡Voy a morir asfixiado!. Descarga eléctrica.
Se despertó en ese instante, sorprendido de que su cuerpo estuviera intacto.
SEGUNDA PARTE
“A la gente que afirma: Soy accionista, soy dueño de un Banco. Yo les digo: No eres dueño de nada, sólo tienes PAPELITOS.”
Lugo, Junio del 2003. Profesor de Universidad hablando con un broker, ante 30 de sus alumnos a los que llevó de visita a una sala de bolsa para que conocieran su funcionamiento.
“No arriesgar equivale a fracasar”
Manuel Lao Hernández
Presidente de Cirsa
1 Julio del 2002
En Lugo sólo existía una empresa dedicada en exclusiva al mercado financiero, Ahorro 40. Estaba situada en la Plaza de Santo Domingo, en pleno centro de la ciudad.
Sabía algo de acciones, llevaba unos dos años realizando operaciones, con cierto éxito, siguiendo las indicaciones de la revista Dinero 15, pero no le agradaba depender de los consejos de otros. Quería ser capaz de tomar sus propias decisiones de inversión.
Lo que le atrajo de Ahorro 40 fue que sus comisiones eran considerablemente más bajas que las que le cobraba el banco, además contaba con una sala de bolsa.
En la entrada tenían un cartel que rezaba: “En la bolsa como en la vida la confianza es fundamental”.
Para llegar a la sala de bolsa había que cruzar un estrecho pasillo, con despachos a los lados. Ocupaba unos cien metros cuadrados. Ocho grandes pantallas cubrían una de las paredes. En la otra punta de la sala los broker disponían de un pequeño espacio, en el que destacaban tres potentes ordenadores. En el medio había unas cincuenta sillas para que los clientes se sentaran. Las gigantescas pantallas repletas de gráficos en continuo movimiento no le decían nada. No tenía ni idea de *análisis técnico.
Abrió una cuenta y colocó todo su dinero, 30000 euros, en *repos.
Por aquel entonces trabajaba en una empresa que fabricaba e instalaba puertas por toda la provincia. Estaba de vacaciones y aprovechó para dejarse caer por la sala un par de veces. Desde el principio le intrigó eso de los *contratos de futuro, le llamaba la atención la cantidad de dinero que se podía ganar con ese producto financiero.
Un día escuchó una conversación que le hizo ver la bolsa con otros ojos.
Un tal Julio, 32 años, empleado de una compañía de seguros, le estaba comentando a otro:
-Para mí las acciones son todas iguales. Aquí de lo que se trata es de ganar pasta.
-No estoy de acuerdo. Poseo acciones de Telefónica a una media de 25 euros, pero se que es una buena empresa. Con el tiempo ya volverá a subir.
-Olvídate de eso que dices. Aquí no existen ni buenas ni malas empresas. Ningún inversor sabe realmente cuanto dinero gana o pierden las empresas cotizadas. Los únicos que saben la verdad son los directivos. Telefónica por ejemplo, podría estar perdiendo dinero. ¿Quién sabe?. Ellos te presentan unas cuentas bien maqueadas y ya está. Por ese motivo el *análisis fundamental no sirve para nada. Son los gráficos los que lo dicen todo. Yo se que Telefónica ahora mismo, está bajista como toda la bolsa. Que tiene unos soportes y unas resistencias. Eso es todo. Esto es un juego. ¿Cómo te explicas que las acciones ganan o pierdan en una semana un diez por ciento o incluso más?. Las empresas no aumentan ni disminuyen sus beneficios en esa misma proporción y en tan poco tiempo. ¿Y que me dices de esos valores que pierden pasta a punta pala y su precio en bolsa se multiplica varias veces?. O al revés, empresas maravillosas que teóricamente están ganando mucho dinero y sin embargo no levantan cabeza desde que salieron a cotizar, como Telefónica Móviles por ejemplo. La bolsa es como una partida de cartas.
******
A la semana siguiente soñó con que el índice Ibex tocaba los 7000 y posteriormente subía con fuerza.
Llamó a Ahorro 40 y estuvo conversando con Ricardo, uno de los broker.
Le anunció que deseaba realizar una operación con futuros. Ricardo le explicó que para operar con productos derivados por primera vez, tendría que esperar dos días para que MEFF le diera la clave.
Durante ese corto intervalo de tiempo, David se tranquilizó y se dio cuenta de que operar en base a un sueño era una insensatez. Optó por no hacer nada.
El sueño tardaría más de doce meses en cumplirse.
En aquellas fechas el índice alcanzó los 7100 y a continuación se desplomó con fuerza.
Una mañana se pasó por allí, y como ya disponía de la clave para trabajar con derivados, le dio una venada y decidió estrenarse. Se puso *corto con un *mini en 6450, sin ningún motivo especial, sólo por probar.
-Buena señal- comentó Ricardo –En la primera operación casi todo el mundo se pone *largo.
David no tenía ni idea de lo que estaba haciendo.
Un bolsista de unos 48 años, llamado Fernando, le recomendó empezar a operar sobre el papel. En cuanto obtuviera resultados positivos podría efectuar operaciones reales.
Aquel se convertiría en el mejor consejo que le darían sobre el mundo de la bolsa en toda su vida, pero entonces no lo sabía. Le entró por un oído y le salió por el otro.
El resto del tiempo lo pasó contemplando las pantallas con nerviosismo. El Ibex subía y subía.
Su agonía duró media hora. Le puso fin cuando las pérdidas alcanzaron los 50 puntos. Salió de allí cabreado consigo mismo, pensado que aquello no era lo suyo.
2
A finales de mes se le ocurrió una idea genial (al menos eso le pareció en aquel momento).
Meses atrás, por curiosidad había comprado por correo un péndulo y un libro en el que se explicaba como usarlo. Durante una semana estuvo entrenando hasta lograr que se moviera cuando se le efectuaba una pregunta. Parecía cosa de locos, pero realmente se movía sólo. En el libro afirmaban que eso demostraba la fuerza de la mente sobre la materia.
Se sentaba en una silla frente a una mesa y le preguntaba cosas. Giro a la derecha significaba si, giro a la izquierda significaba no. Era sorprendente observarlo girar como si tuviera vida propia. Sólo se movía mientras le repetía la pregunta una y otra vez. En el momento que se quedaba callado, el péndulo ralentizaba su movimiento hasta detenerse por completo. Al final lo abandonó en la estantería, porque después de unas cuantas pruebas comprobó que se equivocaba en la mayoría de las ocasiones.
El concepto era tan simple que no entendía como no se le había ocurrido antes.
Aplicado al mercado de futuros, si el péndulo se equivocaba casi siempre, ¡haciendo lo contrario acertaría!.
Lo probó sobre el papel durante cinco sesiones, acertó en cuatro y falló en una.
Pensó que había descubierto la pólvora. Estaba seguro de que con aquella idea se llenaría los bolsillos. ¡Dios!, estaba deseando que el fin de semana se terminara lo antes posible.
El lunes se presentó en Ahorro 40 a las 17:30.
El broker se quedó bastante extrañado cuando David le explicó que iba a empezar a operar con un *contrato grande, que no tenía un nivel de stop y que aguantaría en la misma posición hasta las 17:30 del día siguiente.
El martes cerró la operación (que se saldó con 10 puntos de perdida), y abrió otra en el sentido contrario. Tomó nota mental de que era mejor ejecutar las jugadas a las 17:33, de esta forma se ajustaría más al precio de cierre que era las 17:35. Los movimientos del miércoles y el jueves los realizó por teléfono. El viernes se dejó caer por la sala de bolsa porque tenía que realizar el *relover, ya que era vencimiento de futuros. Las ganancias de la semana ya sumaban 200 puntos. Tenía más confianza que Dios.
Efectuó el relover a las 16:30, en 6400. Venía largo del día anterior y según su sistema debía de permanecer en la misma posición, ya que para el lunes el pronóstico era que cerraría en positivo. Aquel viernes a la media hora de hacer el relover ya iba ganando cien puntos. Era una tarde soleada del mes de Agosto y en la sala sólo había dos clientes. Carlos el dueño de la cafetería M., esa que está al lado de los institutos y Julio.
Le tantearon, les dijo que llevaba operando una semana, disponía de un sistema y llevaba ganados 200 puntos en operaciones ya cerradas.
Carlos, al percatarse que desde el relover David ya ganaba 100 puntos, le advirtió:
-Cierra tu posición chaval. Recoge las ganancias. ¿No ves que estás ganando 100 puntos?. Estás con un contrato grande y eso representa 1000 euros.
-No. Mi sistema me dice que el lunes va a cerrar en positivo- le contestó David.
Su fe en el sistema era colosal.
Carlos le miró fijamente durante unos segundos. Tal vez pensó que David era un novato con suerte. Seguramente esa suerte se le acabaría pronto. Se levantó de la silla, se aproximó a la pantalla y señaló el ticket del Ibex.
En aquel momento Carlos estaba fuera del mercado, y al parecer sólo esperaba una excusa para entrar, el novato era una excusa perfecta.
-Esto ha subido mucho- aseguró mientras golpeaba la pantalla con el dedo. - ¡Ricardo!, véndeme uno aquí, rápido.
3
El lunes decidió dejar su trabajo. El jefe alucinó al enterarse de que se marchaba para montar su propio negocio.
Aquel era un trabajo de mierda, sin futuro. Tener su propio negocio, depender de sí mismo y no dar explicaciones a nadie era lo que siempre había soñado.
Natalia no se opuso porque vio que estaba ganando dinero y pensó que aquello podía funcionar.
******
Ese mismo día el índice continuó su ascenso. El martes cerró ligeramente en negativo unos pocos puntos. Para el miércoles continuaba dándole positivo, así que aprovechó el falló del martes para reforzar su posición con otro contrato grande. El miércoles cerró en positivo. Para el jueves el pronóstico era el mismo. Empezó a dudar. Pero era lo único que tenía. Decidió mantener su fe en el sistema. ¿Acaso le había defraudado?.
El jueves al mediodía consultó al péndulo. Lo cogía con la mano derecha y le preguntaba:
-Mañana viernes, ¿el índice Ibex va a cerrar la sesión en positivo?
Continuó repitiendo la pregunta hasta que el péndulo comenzó a moverse. Ese día giró hacia la derecha. Aquello significaba si. Como hacía lo contrario, el pronóstico era que el viernes el mercado terminaría la sesión en negativo.
Aquel jueves por la tarde, en vez de llamar por teléfono decidió pasarse por Ahorro 40.
******
Al entrar, C. el dueño de la oficina, le saludó con mucho respeto, y le entregó personalmente los extractos de los movimientos realizados por teléfono.
Al oír su nombre, Fernando se dio la vuelta y le dijo:
-Así que tú eres el famoso David…
En una sala de bolsa las noticias vuelan. Muchos clientes ya se habían enterado de que en ocho sesiones había ganado 750 puntos. Seis aciertos y dos fallos. Sentían curiosidad y querían saber más. David les dijo que iba a cerrar todas sus posiciones largas y abrir cortos, porque su sistema auguraba que el viernes la bolsa cerraría en negativo.
Transmitía la imagen de una persona tranquila y muy segura de lo que estaba haciendo.
El señor Cristóbal, un tipo de sesenta años que era profesor en el instituto de las Mercedes, comentó:
-Debe de tener acceso a información privilegiada.
En un momento dado, Julio le preguntó si sabía algo de gráficos. Le contestó que no.
Gonzalo, un argentino que trabajaba en una clínica dental le indicó:
-Es imposible que continúes mucho más tiempo con el mismo ritmo de ganancias.
David contestó con:
-Todo es imposible hasta que alguien lo hace posible.
Era una cita que había leído en alguna parte.
Durante unos minutos en la sala reino el silencio, fue algo un poco extraño.
Al finalizar la jornada bursátil, C. le llevó a su despacho, donde mantuvieron una agradable conversación sobre el mundillo financiero. C. trataba de averiguar quien era realmente David.
No le importó proporcionarle la información que le pedía, referente a donde había trabajado y si había operado antes con futuros. Pero cuando C. le preguntó que sistema seguía, David le dejó claro que no se lo iba a decir.
C. lo entendía, pero continuó intentándolo. ¿Era un sistema matemático o algo así?. Se tuvo que conformar con un, más o menos, qué no le aclaró nada.
-Mira, es que yo estoy siguiendo el sistema de una página de Internet, y no me está dando muy buenos resultados.
Dijo un par de cosas más, y volvió al ataque.
C. veía ante si a un chaval de veintisiete años que acertaba cual sería la dirección que tomaría el mercado de una forma sorprendente. Al principio cuando empezó a escuchar rumores sobre aquel chico, pensó que sólo era suerte. Pero cuando los aciertos se fueron acumulando empezó a sospechar que tal vez estuviera ante un genio de las finanzas. No se podía tener tanta suerte de forma continua, ¿o si?. Además estaba aquella forma de actuar, jugando con contratos grandes, esperando hasta los últimos minutos de la sesión y tan tranquilo. Ni siquiera una llamada a mitad de la jornada para ver como se desarrollaban las cosas. Parecía saber de antemano el resultado. Y su actitud era la de un ganador. Como si ganar dinero de aquella manera fuera lo más normal del mundo.
Al final le dijo:
-En la sede de nuestra empresa en Madrid, tenemos a un grupo de veinte personas encargados de tomar las decisiones de inversión de Ahorro 40 y configurar su cartera modelo. Se reúnen todos los días en un despacho enorme y antes de realizar ningún cambio analizan toneladas y toneladas de información. Se quedarían con la boca abierta si se enteraran de que tenemos aquí a un visionario que llega por las tardes, dice, mañana cerrara en positivo o negativo, y acierta en la mayoría de los casos…
En ese instante oyeron unos golpes en la puerta que interrumpieron la charla. Era Alfonso, uno de los broker, le avisó de que ya eran las 18:30, que Ricardo y el ya se iban a ir. C. le preguntó si habían apagado las pantallas, cuando el broker le contestó afirmativamente le despidió diciendo, bueno pues entonces hasta mañana.
C. continuó explicándole que algunos clientes poseían un elevado patrimonio y estaban dispuestos a correr riesgos. A su talento se le podía sacar mucho provecho, siempre y cuando el sistema continuara funcionando durante dos meses. C. Tenía muchos años de experiencia y sabía que dos meses era un plazo de tiempo más que suficiente para poner las cosas en su sitio. Era muy cauteloso y no quería precipitarse.
Si todo fuera bien podríamos llegar a crear un fondo de inversión. En este negocio por muy bien que hagas las cosas siempre ganarás más con el dinero de los demás que con el tuyo. Puedes hacerte inmensamente rico.
-Yo creo que todo ocurre por algo. No creo en la suerte. Pienso que la mente se lo inventa todo- mencionó David en un determinado momento.
-Algo parecido me decía mi abuelo cuando yo tenía nueve años. < ¿Ves ese árbol de ahí?, sólo existe dentro de tu mente >. ¿Sabes una cosa?, muchas veces cuando voy conduciendo no paro de darle vueltas a la forma de cómo hacerme rico, pero rico de verdad. Soy el dueño del cincuenta por cien de esta oficina y de otra en La Coruña, pero prácticamente es como si fuera un empleado. Son los de Madrid lo que toman la mayoría de las decisiones. En el noventa y nueve las cosas marchaban tan bien que los de Madrid me propusieron abrir otra oficina en La Coruña, tuve que ceder a sus propósitos y ahora me tengo que meter varios viajes todas las semanas, y eso que en La Coruña perdemos dinero. Llevo un tiempo dándole vueltas a la idea de vender mi participación en esta empresa y montar algo parecido por mi cuenta.
Salieron del despacho y se dirigieron a la sala de bolsa. Eran ya las ocho de la tarde.
-Colocar todas estas pantallas fue idea mía. En las demás salas tienen dos o tres, pero aquí hay de todo, el Dax alemán, el Eurostoxx, el bono, divisas, materias primas, casi todo lo que existe. ¿Sabes cuanto dinero cuesta mantener abierta esta oficina todos los meses?
-No tengo ni idea
-Pues 6000 euros. Al principio empezamos en un local más pequeño, nos tocaron esos años en que las bolsas subían y subían sin parar. Aumentó tanto el negocio que nos trasladamos aquí. Por aquel entonces disponía de dos secretarias y seis broker. Desde el dos mil la bolsa no para de caer, y esto ya no es lo que era. Ahora nos sobra espacio y sólo puedo darle trabajo a dos broker, ni siquiera nos hacen faltan las secretarias. Tenemos muy buenos clientes y ahí que cuidarlos, por eso continuamos en Lugo.
Siguieron hablando hasta que dieron las nueve.
En el exterior todavía era de día y hacía bastante calor. Faltaba poco para que el verano llegara a su fin.
Salió de Ahorro 40 con la sensación de ser alguien importante. Veía su sueño cada vez más cerca.
Cuando llegó a casa se lo contó todo a Natalia.
-Voy a forrarme. Tenías que ver la cara de admiración de la gente. Nunca han visto nada igual. Soy el número uno.
Le extendió los extractos de las últimas ocho sesiones.
-Esto está muy bien, pero aquí hay unos días en los que perdiste dinero…
-Nadie acierta el cien por cien de las veces. Se trata de ganar más de lo que se pierde, y yo ya he ganado 8500 euros. Esta es la buena nena. Lo voy a lograr.
-No se David, parece demasiado sencillo. Todo el mundo tiene que esforzarse para ganar dinero, y tú lo ganas como nada. Ya sabes lo que dicen, dinero que viene rápido se va rápido. Cariño, ¿no has pensado que a lo mejor has tenido mucha suerte?
-¿Suerte?, odio esa maldita palabra. Ya te lo he dicho muchas veces, la suerte no existe.- aseguró David, un poco fastidiado porque Natalia no se contagiaba de su entusiasmo.
-Ya se que buscabas un negocio, pero esto no parece algo serio. Te dedicas a jugar al alza o a la baja, parecen apuestas.
-¿Y que más da?, lo que importa es que gano pasta. Fíjate en George Soros, su fortuna se calcula en 5000 millones de dólares, ¿y como lo hizo?, pues comprando y vendiendo sin parar. Es un especulador, o dicho de otra manera, un comerciante de capitales. Esa es la mejor definición. Mira Natalia, en este mundo sólo los más estúpidos trabajan con las manos. Las personas inteligentes utilizan el cerebro. Ganar dinero con el dinero es lo máximo. Yo quiero ser como George Soros.
Aquella noche llevó a Natalia al restaurante más caro de la ciudad, al volver hicieron el amor apasionadamente.
(Continuará mañana Domingo.)