Crisis Energética 2021: Winter is Coming

Al cuello de botella en el que viven muchas industrias, se va a sumar el fuerte incremento en el precio de la energía a nivel global que supondrá un fuerte impacto desde el lado de la oferta. ¿Lograremos sobrevivir a este invierno?

Parecía que 2021 no podía ser peor que 2020 pero visto lo visto, parece que, de seguir en esta línea, los “fuegos artificiales” que nos esperan a finales de año van a dejar pequeños a las fallas valencianas. En este artículo, como ya saben que me gusta hacer cada vez que hay una crisis en los mercados, vamos a repasar dónde estamos, cuáles son las causas y qué podría pasar en los próximos meses. ¡Comenzamos!

Decíamos Ayer…

Y es que… ¡quién nos lo iba a decir! Hace poco más de un año, como consecuencia del Covid-19, veíamos al petróleo cotizando a precios negativos y hoy lo vemos en máximos de los últimos 3 años, con el West Texas cotizando a 74 dólares por barril. Pero aún hay más, mucho más.

Por un lado, tenemos a la electricidad, completamente disparada en cualquier lugar del mundo al que miremos. Para muestra, allá van unos botones: por un lado, según OMIE en España marcamos hoy récord histórico con 216 €/MWh. Y si bien somos campeones en este aspecto, lo cierto es que los países de la Eurozona se encuentran en una situación parecida, como pueden ver en el siguiente gráfico:

 

Sin embargo, la situación no es exclusiva de Europa. Fijaos cómo están en China:

 

En efecto, lo que veis en esa imagen es un enorme apagón en Shanghai. Y es que en China se están formando incluso atascos al no haber corriente ni para los semáforos. Los cortes de electricidad están afectando a toda China, en particular a diez provincias entre las que se encuentran Jiangsu, Zhejiang y Guangdong, principales centros industriales del país asiático.

¿Por qué sube la electricidad a nivel mundial? En el caso de Europa, como ya comenté en el artículo ¿Por Qué Sube la Luz? (Y Cómo Cubrirse), la razón se encuentra en el fuerte aumento del precio del gas natural, en parte debido a cuestiones geopolíticas (léase Rusia), lo que incremente los costes de las centrales de ciclo combinado.

En el caso de China, la razón es parecida aunque cambia el combustible fósil en la ecuación: aquí, es el aumento de los precios del carbón el que está perjudicando a las centrales eléctricas, obligándolas a reducir su producción, lo que está creando problemas de abastecimiento. Súmenle a esto el objetivo del gobierno chino de reducir las emisiones de CO2, ordenando a cientos de empresas de alto consumo energético que suspendan sus actividades para reducir las emisiones, para tener el cóctel perfecto.

Desde luego, si examinamos el precio del carbón, no tiene pinta de querer bajar mucho:

 

¿A qué se debe esta subida del carbón? ¿Vuelven las cocinas de leña? ¿Se han portado los niños peor que otros años y los Reyes Magos han disparado la demanda? ¡Ni mucho menos! La causa se haya en una reducción tremenda en las reservas de carbón, lo que ha disparado su precio. En particular, fijaos en cómo han disminuido dichas reservas en India: menor nivel desde 2017 y sin visos de recuperarse.

 

Y ojo porque la situación es similar en otros países (por ejemplo, en EE.UU.) donde se depende de este combustible fósil para generar electricidad. La situación es más sangrante si cabe por cuanto generalmente en esta época del año las reservas aumentan en lugar de disminuir anticipándose a un posible invierno más frío de lo esperado.

Lo peor de todo es que esta situación no parece que vaya a mejorar en el corto plazo: por ejemplo, en Europa todavía estamos a la espera de que el viento se reanime en el Mar del Norte y reactiven los aerogeneradores para aliviar la presión de los precios. Pero aunque eso sucediera, o incluso si se abriese el gasoducto Nord Stream 2 en noviembre, bastaría con que tuviéramos un invierno más frío de lo normal (¿se acuerdan de los picos sufridos en el MWh con Filomena?) para que los precios de la energía se disparasen de nuevo tras una breve pausa en la escalada.

El Fantasma de la Estanflación

De mantenerse esta tendencia que acabamos de ver entramos en un terreno peligroso: por un lado, muchas industrias se verán obligadas a cerrar por cuanto la escasez de energía y/o sus altos precios hará inviable que sigan produciendo. Las que se mantengan en pie no tendrán otro remedio que trasladar sus costes a la cadena de producción, lo que provocará un inevitable aumento de la inflación, aunque dentro de un contexto económico de recuperación que, si bien presenta tasas de crecimiento importantes tras la pandemia (aunque hay que tener en cuenta que partimos de niveles bajos), aún no es todo lo sólida que nos gustaría.

Añadan a esto el problema del denominado “bottleneck” o cuello de botella, en el que muchas industrias, como es el caso de la de la automoción, se enfrentan a una situación en la que una oferta cercenada por el Covid no puede hacer frente a la enorme demanda que ha llegado de golpe de la mano de la reactivación de la economía.

Y es que muchas industrias simplemente no podrían permitirse un nuevo parón de la mano de un incremento de los costes energéticos, por cuanto una situación generalizada de este tipo terminaría por destruir el tejido productivo y dejar desabastecido a medio mundo, destruyendo de rebote el comercio y el sector servicios.

El caso de la industria de los fertilizantes es especialmente representativo de cómo estos efectos se transmiten al resto de la economía. Tal y como podéis ver en el esquema inferior, la producción de fertilizantes requiere el uso de gas natural; durante el proceso productivo, se genera dióxido de carbono que es vendido a la industria cárnica para usarlo como conservante en los envases. Pero si el precio del gas natural hace inviable fabricar fertilizantes, ¿podremos volver a comer hamburguesas de vacuno a precios razonables?

 

Otras industrias altamente intensivas en consumo energético son las acero y el aluminio. ¿Saben qué ha sucedido con el precio de estos metales? A continuación la respuesta en forma de gráfico:

 

Por supuesto, los efectos ya empiezan a notarse en el IPC. Por ejemplo, esta semana conocíamos que el IPC alcanzaba en España máximos de 13 años a causa del alza en los costes energéticos, situándose en el 4% interanual. La situación a nivel internacional no es muy diferente y, en muchos países, tanto las tasas anuales de IPC como del IPP empiezan a repuntar por encima del 3%.

Ante semejante situación, y por mucho que posiblemente les apetezca a muchos banqueros centrales, veo poco probable que en el corto plazo realicen una fuerte subida de tipos de interés, así que, ¿tenemos solución a este problema?

Los Locos Años Setenta

Estoy seguro de que tras ver las noticias recientes y leer este artículo, si Vd. tiene ya algunos años estará recordando la crisis del petróleo de la década de los setenta. Para los que no se lo sepan, se lo resumo rápido: una breve guerra denominada Guerra del Yom Kippur, de apenas unas semanas de duración (tuvo lugar entre el 6 y el 24 de octubre de 1973), desató una de las mayores crisis económicas y energéticas del mundo. El Yom Kippur es una importante festividad judía que aprovecharon Siria y Egipto, junto a una coalición de varios países islámicos, para atacar Israel. Dicho recibió una respuesta inmediata y desproporcionada desde el país hebreo, contando con el apoyo militar y económico de Estados Unidos, que a su vez desencadenó una tremenda represalia por parte de los países miembros de la OPEP, provocando una subida del barril de crudo desde 1,8 dólares a 11,6 dólares (precios que por cierto ahora nos parecerían un regalo) al reducir la producción, lo que provocó una tremenda escasez de gasolina en gran todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos y Europa.

Comparemos aquella crisis con la situación actual: ¿estábamos peor en aquella ocasión que ahora? Pues a tenor del siguiente gráfico, me temo que no: siguiendo a los analistas de Rabobank, si creamos un índice con base 100 para comparar la subida del petróleo en los años setenta con la actual del gas natural actual, el shock sobre los precios a corto plazo ya es mayor que en aquel momento.

 

Pero lo peor no es esto… Fíjense en el siguiente gráfico:

 

Como pueden ver, la mayoría de las recesiones de la Unión Europea desde la década de los setenta han venido precedidas por una fuerte subida de los precios de las commodities (generalmente con una antelación de unos 6 a 18 meses). Ciertamente la muestra es pequeña pero no parece que el patrón descrito falle demasiado: ¿sucederá lo mismo y en 2022 tendremos una crisis económica sin precedentes?

 

Estoy Preocupado

Y no me extraña: de seguir todo así, el invierno puede ser realmente duro para muchas familias, que podrían encontrarse en la tesitura de estar en el paro por haberse cerrado la fábrica en la que trabajaban mientras no pueden ni encender la calefacción ante los precios prohibitivos de la energía. Y lo peor de todo es que a la vista de cómo está el panorama, no parece que haya una solución sencilla para este enorme embrollo. En el caso de la crisis de los años setenta, la situación se resolvió por un lado con negociaciones diplomáticas (no quedaba otra opción) pero también con medidas para frenar la demanda con el fin de bajar los precios (léase racionamiento).

Pero, en la situación actual, más allá de que algunos culpen a Rusia de ser parte del problema (algo que por otro lado puede ser discutible: según Gazprom, no tienen preparadas las instalaciones para afrontar el aumento de la demanda y está trabajando en mejorarlas), la escalada de precios parece inevitable y no hay mucho que pueda hacerse.

Lo que sí es muy probable es que toda esta crisis tenga consecuencias a nivel político por cuando los líderes actuales tendrán que afrontar los efectos del aumento de la factura energética y de los posibles déficits energéticos tanto para consumidores como para la industria, provocando incluso protestas y revueltas de cierta magnitud.

Y es que, aunque está muy bien todo el tema de solucionar el cambio climático con la transición a las energías renovables, lo cierto es que muchos países, sobre todo en Europa, siguen anclados en la generación de electricidad basada en combustibles fósiles, los cuales además deben ser además importados sin una diversificación adecuada en su suministro para lograr abastecer la demanda. Si finalmente se realiza dicha transición, esta deberá hacerse de forma ordenada y pensando siempre en mantener un abastecimiento de energía continuado y a precios asequibles. Mientras no se atajen estos problemas, lo que es seguro es que cualquier medida que intente aplacar la subida en los precios resultará estéril.

 

Saludos,
X-Trader

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