Terminamos esta serie de artículos con las 5 últimas reglas de gestión del dinero. Esperamos que haya sido de su agrado y de utilidad la informacion contenida en los mismos.
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6. Mantener una posición cuando el mercado se mueve a su favor y liquidarla pronto cuando la evolución desfavorable del mercado la hace incurrir en pérdidas.
El inversor debe concentrarse en maximizar sus “ganancias”, no el “número de sus operaciones ganadoras”. Si el inversor se apresura demasiado en liquidar sus posiciones cada vez que estas acumulan un pequeño beneficio, tendrá una gran probabilidad de obtener muchas operaciones con ganancias, pero la suma total de éstas será pequeña. Algunos inversores han estimado que hasta un 90% de los beneficios que obtienen en el mercado provienen sólo de un 5% de sus operaciones.
Como decimos, lo importante es maximizar las ganancias y eso se consigue a través de dos vías:
a) Aumentando el tamaño de la apuesta cuando se percibe que las probabilidades del juego son favorables.
b) Manteniendo dicha apuesta el tiempo suficiente para aprovechar todo su potencial.
En el mismo sentido, puede traerse a colación ahora un clásico aforismo de los mercados bursátiles, según el cual en el mercado hay dos formas de arruinarse: sufriendo grandes pérdidas y tomando sólo pequeños beneficios.
El inversor no necesita tener razón todo el tiempo y, de hecho, no siempre la va a tener cuando tome sus decisiones, pero debe ser capaz de sacar ventaja cuando efectivamente tenga razón. Si no tenemos la paciencia de mantener una buena posición hasta haber obtenido la mayor parte de potencial de beneficios de la tendencia no podrá después hacer frente a las pérdidas resultantes de las malas posiciones.
Por otra parte, resulta vital limitar rápidamente las pérdidas de las posiciones abiertas. Existe una tendencia natural a mantener las posiciones perdedoras demasiado tiempo, con la esperanza de que las pérdidas no crezcan y el mercado se dé la vuelta. Hay inversores que desarrollan una especie de lealtad hacia las posiciones tomadas, resistiéndose a cambiar de opinión cuando el mercado les ha demostrado que se han equivocado. Esta actitud suele verse reforzada cuando el inversor se ha comprometido públicamente en su posición. Es un hecho bien comprobado en psicología que cuando una persona manifiesta en público una opinión tiende de forma inmediata a mostrarse mucho más comprometida y convencida con dicha opinión que antes de haberla exteriorizado. De alguna forma, todos necesitamos mostrarnos coherentes con nuestras propias manifestaciones frente a los demás y nos disgusta parecer inseguros o negligentes. Pero este mecanismo psicológico puede resultar nefasto para aquellos inversores que tienen predisposición a contar a los demás sus opiniones sobre lo que creen que va a hacer el mercado y después se sienten obligados a ser coherentes con la opinión expresada. En tales circunstancias un inversor puede mantener una posición perdedora mucho más allá de lo que la realidad demuestra que es razonable, tratando de racionalizar su actitud adoptando una visión sesgada de esa realidad para poder seguir defendiendo su posición públicamente manifestada.
7. No tomar una posición si no se es capaz de fijar de antemano un límite de pérdidas «lógico»
La mayoría de los inversores calculan al inicio de cada operación cuánto dinero pueden ganar, pero los inversores experimentados piensan cuánto dinero pueden perder y, en función de la respuesta, deciden si la operación merece la pena o no. El paso más importante a dar para gestionar eficientemente el dinero que se invierte radica en la determinación de la pérdida máxima que se está dispuesto a soportar en cada operación individual que se inicia. La limitación de dicha pérdida, definida por la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta, se puede lograr mediante la utilización de órdenes «on stop». El inversor debe decidir cuánto debe moverse el precio del valor en contra de sus posiciones para que deba concluirse que está en el «lado equivocado» del mercado. Esa cuantificación puede llevarse a cabo mediante el establecimiento de un porcentaje fijo de pérdida máxima por operación o bien por cualquier otro medio que escoja el inversor, pero siempre debe realizarse antes de haber iniciado la estrategia. Resulta tentador ignorar el riesgo y concentrarse solamente en el beneficio que puede obtenerse, pero dicha forma de actuar sólo puede conducir al desastre.
8. Graduar progresivamente el número de títulos o contratos que toman o se liquidan en cada fase del mercado.
El inversor no necesita tomar o liquidar toda su posición en el mercado de una sola vez. Puede añadir valores o contratos escalonadamente a una posición en la que está ganando, especialmente si está en las fases iniciales de una tendencia alcista en el mercado; del mismo modo, el inversor puede liquidar progresivamente una posición en la que comienza a sentirse inseguro. Imaginemos, por ejemplo, que un inversor cree que, a su juicio, el índice de la bolsa, después de varios días de fuerte subida, da la impresión de poder subir a cotas aún mucho más altas. El inversor se siente tentado de tomar posiciones compradoras, pero tiene miedo de que, después de las fuertes subidas ya experimentadas, el mercado realice una corrección a la baja antes de seguir subiendo. Por otra parte, si espera a que dicha corrección se produzca para comprar, se arriesga a que, si ésta no se produce, el mercado siga subiendo y pierda definitivamente su oportunidad a pesar de haber pronosticado correctamente la tendencia. En estas circunstancias, lo adecuado sería tomar una posición pequeña. De este modo, si el mercado inicia una corrección, que está dentro de la lógica de lo anticipado por el inversor, las pérdidas de éste serán lo suficientemente pequeñas como para no sentirse impulsado a deshacer su posición como fruto del pánico. Incluso, si después de realizar la corrección, el mercado comienza a mostrar de nuevo signos de fortaleza, el inversor puede incrementar entonces el tamaño de la posición. Supongamos ahora que un inversor está jugando a la baja y tiene acumulado un buen beneficio en unas posiciones vendedoras que mantiene en un mercado que ha experimentado ya una fuerte bajada. El inversor cree que la tendencia bajista permanece intacta y aún puede dar mucho de sí, pero, por otra parte, no desea correr el riesgo de perder todo lo que lleva ganado si su criterio está equivocado. Ante esta situación puede llevar a cabo dos tipos de maniobras defensivas:
a) Situar un stop que implique liquidar toda su posición en cuanto el mercado suba más de un determinado porcentaje que él fije. Si ese stop está demasiado cercano podría suceder que su posición fuese liquidada como consecuencia de un movimiento poco significativo que no implique el fin de la tendencia bajista.
b) Liquidar sólo una parte de la posición abierta. De este modo, se asegura, cuando menos, una parte de los beneficios acumulados, manteniendo la posibilidad de aumentarlos si la tendencia continúa su marcha.
9. Reducir el tamaño de las operaciones después de una gran pérdida o después de una gran ganancia.
Después de cerrar una posición con pérdidas, un inversor puede tomar dos actitudes posibles:
a) Puede reducir al mínimo el tamaño de su posición en el mercado.
b) Puede, por el contrario, intentar resarcirse de forma inmediata tomando, por ejemplo, posiciones de signo contrario a aquellas que le produjeron la pérdida.
En general no es aconsejable intentar resarcirse de forma inmediata y sin un análisis detenido de la situación. Sólo si la decisión de cambiar una posición compradora por otra vendedora (o al contrario) nace de un análisis objetivo que hace comprender al inversor que su posición anterior estaba equivocada y que lo que creía que era un mercado alcista es en realidad un mercado bajista (o al revés) puede ser recomendable la toma inmediata de posiciones en el mercado.
La segunda parte de la recomendación contenida en esta regla de la gestión del dinero puede parecer más sorprendente, pero reducir el nivel de las apuestas después de haber obtenido un gran beneficio puede resultar crucial para el inversor. Por alguna razón, la mayor parte de los inversores suelen experimentar sus mayores pérdidas inmediatamente después de haber obtenido sus mayores beneficios. Tal vez sea que a los inversores les resulta difícil ver como dinero real las ganancias que acaban de obtener o las ganancias de las posiciones todavía no cerradas. Lo cierto es que existe alguna razón psicológica que conduce a muchos inversores a relajarse cada vez que tienen una racha ganadora, con lo cuál incurren en pérdidas. Por ello deben extremarse las precauciones después de un gran beneficio e, incluso, puede ser aconsejable reducir el tamaño de la posición en el mercado.
Un sistema clásico de reducir el nivel de apuestas tras obtener altos beneficios es la llamada “pirámide”. El sistema consiste en aumentar las inversiones a medida que se obtienen beneficios, pero en cuantías cada vez menores. Gráficamente, ofrecería el siguiente aspecto:
4ª inversión : ————
3ª inversión: ————————
2ª inversión: ———————————–
1ª inversión: —————————————————
Inversamente, un sistema para perder con toda certeza hasta el último céntimo en los mercados bursátiles es el conocido como “pirámide invertida”, consistente en aumentar la exposición en una inversión altamente apalancada mediante la reinversión de todos los beneficios en los mismos valores. El modelo ofrecería el siguiente aspecto:
4ª inversión: ——————————————————-
3ª inversión: ————————————–
2ª inversión: ———————–
1ª inversión: ———
10. No promediar las posiciones perdedoras
Promediar una posición perdedora es comprar más barato un valor que está bajando y en el que tenemos pérdidas para hacer así que el precio de compra medio de ambas operaciones sea menor. Esta estrategia suele conducir a acumular todavía más pérdidas.
Concluimos esta serie señalando que se puede ser un buenísimo analista del mercado y un pésimo gestor del dinero, lo cual conducirá a la más absoluta de las ruinas; inversamente, se puede ser un mediocre o, incluso, un mal analista del mercado y ser capaz de gestionar bien los riesgos, sin que el capital gestionado se resienta de la nefasta predicción que se realice.