Imágenes del Mercado

Como ya seguramente conocen -algunos artículos de Bolsaber.com recogen nuestro método de trabajo- una de nuestras principales técnicas terapéuticas consiste en la «creación de imágenes»(*) con distintos elementos (telas, cojines, materiales diversos…) que nos permitan acceder a un nuevo código de comunicación. Un código más allá de las palabras, en el territorio de las imágenes, fronterizo y afín al lenguaje con el que se construyen las barreras. Un lenguaje que nos permite el acceso al universo de la fantasía y de la creación con el objeto de «recrear» la realidad, de escribir de nuevo un guión que, por motivos incomprensibles, nos lleva una y otra vez al dolor y la decepción.

Las imágenes que les presento en esta ocasión son fruto de nuestra labor terapéutica con algunos de nuestros clientes, muy probablemente se vea reflejado en alguna de ellas pues inevitablemente los seres humanos -como pertenecientes a una misma especie- nos parecemos. Sin embargo cada una de ellas es distinta, cada una refleja un distinto modo de «ver», «sentir» y «vivir» el mercado porque, por fortuna, también cada uno de nosotros es distinto a todos los demás.

Para nuestro consultante, el mercado era un enorme campo de batalla en medio del cual se sentía frágil y vulnerable, lo cual se mostraba evidente fracaso tras fracaso, operación tras operación. Era tal su vivencia de inferioridad y tanta la ferocidad y agresividad con la que vivía el mercado que su participación en ellos estuvo a punto de costarle algo más que dinero.

Tras una sintomatología -por fortuna sicosomática- que asemejaba a un infarto de miocardio, decidió poner en marcha un proceso de análisis de lo que le estaba sucediendo. Muy pronto comprendió que tenía que incorporar algunos cambios en su modo de vivir el «trading» porque, de lo contrario, sería muy difícil parar la secuencia de acontecimientos que le llevaban a aquel lugar siniestro y peligroso.

Como muchos de nuestros clientes la idea de abandonar el trading le había pasado más de una vez por la cabeza, pero reconocía que para él supondría un fracaso. Estaba dispuesto a hacer todo lo posible por cambiar, intentar ver el mercado de otro modo.

Aprovechando tal disposición, comenzamos a trabajar con su imagen…

«Siento que es de noche, hay poca luz, apenas puedo ver dos metros frente a mí, pero siento que están ahí, puedo sentir como se acercan, y se lo que quieren, quieren aniquilarme, devorarme, me siento un frágil cervatillo a expensas de esas alimañas, dispuestas a cualquier cosa por mi carne -dinero-«

Con estas palabras describía uno de nuestros clientes su vivencia del mercado. Su imagen, quizá influida por los términos definidos por Cárpatos (Leones contra Gacelas), transmitía toda la angustia y el miedo que le provocaba operar. Lo terrible era el añadido «adranalínico» que tal experiencia le reportaba. El último chequeo médico había arrojado peligrosos datos de hipercolesterolemia e hipertensión. La vida sedentaria a la que le condujo su condición de trader, no había ayudado mucho, y los constantes «chutes» de adrenalina que vertía en su torrente sanguíneo tampoco mejoraban la situación.

Nuestra propuesta era evidente, tendría que reformular su manera de vivir el «trading». Para ello partimos del análisis de la imagen construida por nuestro cliente…

El cliente que representó su vivencia de los mercados como «un ruedo» era como pueden imaginar un buen aficionado a los toros. Como muchos apasionados de la tauromaquia, le resultaba fácil explicar el mercado en términos castizos. Le molestaban especialmente los «toreros de salón», todos esos «papertraders» capaces de hacer las mejores faenas desde el tendido 11, esos entendidos que siempre saben por donde hay que torear al morlaco. «Desde la barrera, se entienden bien los toros» -decía-. Aquí abajo me gustaría verlos a mí.

A diferencia de los anteriores, el «propietario» de esta imagen era una persona más curtida, mas conocedora de la esencia última de los mercados y por supuesto, con más recursos para salir airoso de ellos. Su visita fue ocasionada por una mala serie de pérdidas, jalonada con un «pulso» al mercado -mantuvo una posición perdedora hasta límites que pusieron en peligro su capitalización- que le habían sumido en una «crisis» pasajera. En la segunda sesión todo había vuelto a la normalidad y seguía haciendo -como casi todos los buenos toreros- grandes faenas en algunas tardes alternadas con algunas sonadas «cogidas» que ,por fortuna, hacía mucho no acababan en la enfermería…

Guillermo Robledo
www.psicobolsa.com

(*) La técnica de la construcción de imagenes.

La imagen, no sólo es considerada como representación de un objeto, una sensación, un recuerdo, un sueño o una experiencia de tipo social, a la manera de una fotografía, sino como la resultante de la interacción entre el estímulo y el receptor y su elaboración en los circuitos de los centros nerviosos.

Es una clave que posibilita la aparicion de la información que el individuo posee y el acceso a la organización que le ha dado (estructura de la personalidad, creencias, patologías…).

Por ello, consideramos la imagen, esencialmente, como una creación del sujeto que la produce, a través de ella podemos tener acceso no sólo al meterial en sí, sino, también, a la particular configuración que presenta dicho material para el protagonista.

J.G.Rojas Bermudez – ¿Qué es el Sicodrama?

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