Sistemas de Trading y Money Management V

EL MONEY MANAGEMENT O CONTROL DEL RIESGO OPERATIVO

El concepto de gestión del dinero, money management o control del riesgo operativo trata de responder a preguntas tales como éstas: ¿Cuáles son las condiciones óptimas para iniciar una transacción? ¿Qué porcentaje del capital se debe arriesgar en cada apuesta individual? ¿Qué se debe hacer con una posición abierta que comienza a experimentar pérdidas? ¿Hasta cuándo se debe mantener una posición que lleva acumulando un gran beneficio? ¿Se deben comprar o vender todos los contratos de una sola vez o es mejor hacerlo poco a poco?¿Es mejor después de una gran pérdida aumentar el tamaño de la siguiente apuesta o bien reducirla al mínimo? ¿Y después de haber obtenido un gran beneficio? ¿Cuánto dinero debe dedicarse a la inversión en los mercados de opciones y de futuros?.

Ante todo, debemos entender que la gestión del riesgo operativo es el elemento clave para asegurar que las probabilidades de supervivencia en los mercados son máximas y que, por tanto, la habilidad del inversor o el acierto de su sistema de inversión tendrán la oportunidad de prevalecer en el largo plazo. Descuidar las reglas básicas de la gestión del dinero significa, invariablemente, poner en peligro el capital de inversión. ¿Por qué? Muy sencillo: porque los mercados experimentan continuamente vaivenes y, de vez en cuando, bruscos y repentinos movimientos en una u otra dirección capaces de ocasionar enormes pérdidas a los inversores que estén posicionados en el lado contrario y que no han tomado las precauciones necesarias. Puesto que tales movimientos bruscos no son una rareza en los mercados, sino inherentes a su propia naturaleza, sus consecuencias no pueden, en ningún caso, ser atribuidas a la mala suerte, sino solamente a la falta de previsión y preparación. Precisamente, lo que la buena gestión del dinero persigue es evitar, mediante el seguimiento de unas pocas y sencillas reglas, que un error de juicio o un movimiento adverso particularmente violento del mercado deje al inversor fuera de juego. Incluso en los juegos de puro azar, como la ruleta, la gestión del dinero es útil, ya que es difícil discutir, por ejemplo, que la división del capital disponible en varias porciones, cada una de las cuales se arriesga en una transacción, aumenta sensiblemente las posibilidades de seguir jugando, y de poder acertar alguna vez, con respecto a la estrategia de apostarlo todo a una sola transacción.

La gestión del dinero es, por así decirlo, la “logística” del juego. Aunque, por sí sola, la logística no puede ganar una guerra, también es cierto que sin una adecuada logística incluso un ejército formidable puede acabar sucumbiendo ante el enemigo si las circunstancias le son adversas. Es evidente que lo primero que necesita el inversor es tener las máximas probabilidades de éxito a su favor (es decir, tener un buen “sistema de trading”). Si el inversor tiene un buen sistema de inversión que le permite acertar más veces de las que se equivoca, la buena gestión del dinero le permitirá acumular ganancias de una forma regular y segura, evitando que un movimiento adverso del mercado particularmente violento pueda dejarle en fuera de juego. Es más, si el inversor tiene un mal sistema de trading que hace que sus errores sean mucho más frecuentes que sus aciertos, la buena gestión del dinero le permitirá perder su capital de una forma más lenta, aunque al final acabe perdiendo su capital de todos modos. Por último, si el inversor tiene un sistema de trading que le permite acertar aproximadamente en la misma medida que se equivoca, la buena gestión del dinero puede conseguir que la cuantía del beneficio que obtiene cuando gana sea mayor que lo que pierde cuando se equivoca, de forma que el saldo final sea positivo para él.

A continuación vamos a ver cuáles son las reglas básicas del money management que todo inversor prudente debería seguir para asegurarse el éxito:

1. Planificar de antemano las estrategias, especialmente en lo referente a lo que hará si el mercado comienza a moverse desfavorablemente frente a las posiciones mantenidas.

El primer paso que todo inversor debe llevar a cabo antes de arriesgar una sola peseta es decidir en qué momento liquidará su posición si el mercado se mueve de forma desfavorable para él. En realidad, lo mejor que puede hacer el inversor es decidir completamente y de antemano qué es lo que va a hacer y por qué, pues sólo así podrá evitar la desconfianza hacia sus propias decisiones y la tentación de cambiar de estrategia a cada minuto. No tiene sentido llegar y apostar sin más a que el mercado va a subir o a va a bajar, pues hacer esto es como jugar a la lotería y las probabilidades de acabar ganando son casi las mismas que cuando se apuesta en dicho juego.
Resulta muy humano concentrarse en los aspectos positivos de las apuestas e ignorar los riesgos que se corren. Muchos inversores calculan de antemano cuánto van a ganar con sus transacciones, e incluso llegan a gastarse, mentalmente o en la realidad, el dinero que piensan que van a ganar. Pero no olvidemos que éste es un juego de probabilidades y no hay certezas. Desde luego que se puede ganar mucho dinero, pero para ello es necesario no sólo diseñar estrategias que permitan batir al mercado, sino también concebir defensas que permitan salir con vida cuando las previsiones resultan equivocadas. Por ello hace falta pensar de antemano lo que se va a hacer y qué se hará si las cosas salen mal.

2. Limitar la especulación al “capital máximo” que se está dispuesto a perder.

Ésta es una regla elemental y que no debería precisar mayor extensión, pero, por desgracia, son demasiadas las personas que creen que los mercados son una especie de salvavidas a donde pueden recurrir para obtener el dinero que necesitan para hacer frente a alguna contingencia insoslayable. Es obvio que esas personas arriesgan un dinero que no pueden permitirse perder y con frecuencia el mercado no les acompaña. Por alguna circunstancia del mercado difícil de explicar, los inversores raramente ganan cuando tienen necesidad de ganar. Aquellos inversores que inician una operación bajo presión de necesitar desesperadamente ganar, casi siempre pierden. Tal vez sea que en esas circunstancias los inversores tienden a apalancar en exceso sus posiciones, resultando por ello demasiado vulnerables al más pequeño movimiento adverso del mercado o tal vez se deba a que toman sus decisiones de forma improvisada y sin planificación o puede que las personas en esas circunstancias carezcan de la necesaria claridad de ideas y serenidad de ánimo, pero lo cierto es que cuando un inversor arriesga un capital que no puede permitirse perder, todas las cualidades emocionales que conducen a un inversor al desastre tienden a magnificarse. Todo el mundo puede invertir en bolsa, pero con tal de que se asegure que arriesga sólo un capital cuya pérdida no le arrastrará a una situación desesperada.

3. Arriesgar un tanto por ciento máximo del “capital disponible en cada transacción individual”.

Una vez más, todo en la bolsa conduce a la teoría de la probabilidad. Las leyes de la probabilidad dicen que si uno tiene un buen sistema de trading que le permite escoger las estrategias más adecuadas en cada momento y se preserva del riesgo observando las reglas básicas del money management acabará acumulando un capital impresionante. ¿Por qué acaba ganando la banca en el juego de la ruleta? Porque tiene un buen sistema de trading, ya que la existencia del cero pone las probabilidades a su favor. ¿Abrumadoramente? No, tan sólo un poco más del 2’7%, pero a largo plazo esto es suficiente para ganar muchísimo dinero, siempre que se sigan las reglas básicas de la gestión del dinero. ¿De qué modo utiliza el casino esas reglas para asegurarse de que su sistema funcionará pese a los caprichos del azar? Prohibiendo que, como norma general, un jugador pueda superar un determinado límite de apuestas. Esta es la forma en que se protege contra la «mala suerte». Recordemos que las probabilidades hacen que si el “sistema de juego” es favorable a un jugador, éste acabe acumulando un gran capital a largo plazo (es decir, cuando han transcurrido un mínimo de 30 jugadas), pero si el jugador no pone algún medio para evitarlo puede que nunca llegue a esas realizar esas 30 jugadas, porque se ha arruinado antes.
Veamos un ejemplo: Tres amigos acuden a un casino, cada uno de ellos con 1000 euros para poder invertir en diez ruletas distintas. A los tres amigos se les ofrece, antes de entrar, una información confidencial que solo ellos saben entre todos los clientes del casino, y es que las ruletas están cargadas, de manera que la probabilidad de que salga rojo es del 60% y la de que salga negro es del 40% (olvidémonos del cero o bien asignémosle una probabilidad repartida con el negro). Tienen toda la noche para aprovechar esta información.

Los tres amigos entran y cada uno se posiciona en una mesa de ruleta distinta. La apuesta mínima es de 10 euros y la máxima de 1000. Todos tienen un buen sistema de trading (apostar al rojo) pero cada uno tendrá que establecer una estrategia para hacerlo. Lo curioso es que los tres amigos, a pesar de tener el mismo capital y la misma información, seguramente saldrán del casino con cantidades distintas, incluso, puede que alguno de ellos salga de allí sin un solo euro.

Uno de los amigos decide jugarse 800 euros al rojo en una sola ruleta; si a este hombre le saliesen dos negros seguidos (cosa totalmente posible) quedaría totalmente fuera del juego. El segundo apuesta la mitad del capital disponible al rojo en una ruleta y el resto en otra; este sujeto, aunque en menor medida que el anterior, también está fuertemente sujeto a los avatares de la fortuna, pues con algunos reveses seguidos (que también son posibles) quedaría fuera del juego sin haber ganado nada. El tercero realiza pequeñas apuestas de 10$ simultáneamente en cada una de las diez ruletas disponibles.

Con este sistema puede realizar cientos de operaciones a lo largo de la noche y es lógico que la ley de los grandes números le haga aproximarse al beneficio teórico, acabando por ganar el 60% de las veces pequeñas cantidades. Se puede decir que esta persona, además de tener un buen sistema de trading, sabe gestionar el dinero.

Como vemos, con un buen sistema de trading podemos aspirar a ser ganadores un 60% de las veces, pero sin un óptimo esquema de gestión del dinero estamos perdidos. En los mercados ocurre exactamente igual: por bueno que sea el sistema de inversión que un inversor posea (como, por ejemplo, el dominio del análisis técnico), nunca le garantizará que éste vaya a ganar en cada una de las operaciones que inicia. Como máximo, el sistema de trading será capaz de poner las probabilidades a su favor y esto será más que suficiente para hacerle inmensamente rico, siempre y cuando se proteja contra el riesgo de perderlo todo en una sola o pocas jugadas.

El inversor debe, por tanto, determinar la fracción del capital total de que dispone que arriesgará en cada operación. ¿Qué fracción es la correcta? Una elección obvia podría ser arriesgar una cantidad fija de euros en cada inversión o bien un número fijo de títulos o contratos. Se suele también decir, como regla práctica, que no debe apostarse más del 10% del capital en cada jugada de inversión.

4. Hacer una apuesta solamente cuando el potencial de beneficio sea grande y el riesgo pequeño.

Deben buscarse aquellas operaciones que tienen un gran potencial de beneficios y un riesgo relativamente pequeño en comparación. Pero ¿cómo puede conocerse de antemano cuál es el riesgo de una operación? Por lo general, el inversor asume el riesgo que desea asumir, pues en su mano está liquidar la operación en cualquier momento. El problema es que, dado el componente errático de los movimientos del mercado, una salida excesivamente rápida de una posición puede resultar un error si la causa resulta ser una oscilación menor dentro de una tendencia mayor que el inversor había pronosticado correctamente. De lo que se trata, por tanto, es de buscar operaciones que, movimiento relativamente pequeño del mercado en el sentido contrario al que se prevé para que pueda llegarse «razonablemente» a la conclusión de que uno estaba equivocado. A esto se le llama elegir operaciones con poco riesgo.

5. Graduar el tamaño de las apuestas en función de las probabilidades de éxito percibidas, asegurando que el beneficio medio sea grande y la pérdida media pequeña.

Como vimos antes, incluso un inversor que siga un sistema de inversión que le permita acertar aproximadamente en la misma proporción en que se equivoca tiene una oportunidad de salir bien parado si consigue que el beneficio de las jugadas ganadoras sea mayor que la pérdida de sus jugadas perdedoras. Pero ¿cómo se puede conseguir eso? Básicamente graduando el tamaño de las apuestas en función del grado de confianza que le merezca cada operación que se inicia. Un inversor que siempre arriesga la misma cantidad de dinero en cada operación es como un jugador de póker que siempre apuesta lo mismo cualquiera que sean las cartas que tenga. Hay que tener flexibilidad para variar el tamaño de la posición que se tiene en el mercado según cuáles sean las circunstancias del mismo. Se trata de una cualidad decisiva para el éxito de un inversor, pues sirve no sólo para reducir el riesgo durante los períodos perdedores, sino también para aumentar los beneficios en los períodos ganadores.

Si bien, como hemos dicho en el punto tercero, uno de los elementos más importantes del control del riesgo operativo es limitar el tamaño de cada una de las operaciones particulares que se inician hasta unos niveles lo suficientemente pequeños en relación con el capital disponible, hay ocasiones en que, cuando se percibe la posibilidad de que una operación es una gran oportunidad, puede resultar conveniente apretar un poco el acelerador e incrementar el tamaño de la apuesta. Si, una vez tomada la posición, ésta resulta parecer poco propicia, el inversor puede liquidarla y aceptar una pequeña pérdida, pero si las probabilidades parecen estar fuertemente a su favor, el inversor puede mostrarse algo más agresivo e incrementar su grado de apalancamiento. Ciertamente, la habilidad de detectar estas oportunidades no se desarrolla de forma instantánea, pero es una de las cualidades que diferencia a un buen inversor de un inversor excepcional.

Continuará…
Un saludo
X-Trader

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