El Ciclo de Kondratieff

Este ciclo, de una duración aproximada de 54 años, fue observado por primera vez por un economista ruso llamado Kondratieff cuando, en 1926, se dió cuenta que el comportamiento de la economía norteamericana entre 1780 y 1926 había seguido tres oleadas cíclicas. Otros investigadores posteriores han conseguido mostrar que la economía inglesa se ha comportado de forma parecida desde 1271 hasta la actualidad. En este punto, la investigación para otros países se encuentra con la limitación de la falta de unos datos mínimos que cubren un periodo suficientemente significativo.

Básicamente, este ciclo se compone de cuatro fases:

  • La subida, de una duración aproximada de veinte años. Después de llegar al techo (donde, probablemente, hay alguna guerra) viene…
  • Una depresión, de unos cinco años de duración. Después…
  • Una recuperación «financiera», de unos cinco a veinte años. Finalmente…
  • La caída, de una duración de unos veinte años, que acaba, posiblemente, en otra guerra.

Trataremos aquí de describir este ciclo largo fijándonos en las características generales (que se van repitiendo en cada ciclo) y describiendo las características particulares (que varían de un ciclo al otro) en función de lo que ha pasado en el último, que parece haberse iniciado alrededor de 1940. Sería muy recomendable que, al leer la descripción de cada fase del ciclo, se vaya siguiendo la trayectoria cíclica de la economía mundial en el siglo XX, que es la siguiente:

Ciclo 1

1895-1920: Fase de prosperidad. Desarrollo de las industrias de fertilizantes y metalúrgicas y adopción de avances tecnológicos fundamentales en la industria siderúrgica.
1914-1918: I Guerra Mundial.
1920-1924: Depresión económica: «balcanización» de antiguos grandes estados europeos en pequeños países de estructura económica desequilibrada y muy proteccionistas en sus relaciones económicas en el exterior. Hiperinflación en Alemania y otros países de centro-Europa.
1924-1929: «Los felices años 20».
1929: Crack de la bolsa de New York y inicio de la gran depresión.
1936: Inicio de la guerra civil española. Las grandes potencias inician programas de rearme acelerado.
1939-1945: II Guerra Mundial.

Ciclo 2

1948-1973: Fase de prosperidad. Desarrollo de las industrias químico-farmacéutica, petroquímica y plásticos, electrodomésticos, automóbiles y energía atómica de fisión.
1963-1974: Guerra del Vietnam.
Invierno 1973-1974: Primera crisis petrolera.
1979-1982: Segunda crisis petrolera.
Finales de 1982: México amenaza con hacer suspensión de pagos exteriores (amortizaciones e intereses de su deuda exterior). La Reserva Federal norteamericana cambia su política monetaria, iniciando una época de continuados descensos en el tipo de interés.
1983-1988 (?): Recuperación «financera».
Finals de 1988 (?): Crac de las bolsas internacionales que inicia una nueva gran depresión.
1989-1996 (?): Depresión económica.
1996-2000 (?): Gran Guerra.

Ciclo 3

2000-2025 (?): Fase de prosperidad. Desarrollo de la energía nuclear de fusión y de las industrias basadas en la biología aplicada, aprovechamiento integral de los oceanos. Industrias de tecnología espacial. Generalización doméstica de la electrónica avanzada (por ejemplo, uso doméstico de los robots).

 

Fase Primera

En el fondo de la depresión las expectativas de los empresarios sobre los beneficios futuros son tremendamente pesimistas y, como la utilización de la capacidad de producción instalada es muy baja, la inversión es muy reducida. Las familias tienen tendencia a restringir su demanda de bienes de consumo al mínimo indispensable. El paro es muy elevado, los tipos de interés muy bajos, los precios internacionales de las materias primas hace tiempo que están en los mínimos y, finalmente, la tasa de inflación es cero o, incluso, negativa.

La guerra que probablemente estalle servirá de catalizador de la actividad económica. En efecto, las perspectivas de una próxima guerra provocan una demanda adicional a través de los gastos de rearme iniciados por los gobiernos; cuando la guerra estalla, la demanda se mantiene por los aumentos de las exportaciones de los países no beligerantes hacia los beligerantes; finalmente, cuando la guerra acabe, las necesidades de reconstrucción provocarán un nuevo estímulo a la demanda. Como que la capacidad industrial no utilizada y el paro son, en este momento, elevados, la estirada de la demanda no provoca una inflación significativa; esto y las relativas facilidades monetarias hacen que los tipos de interés nominales sean bajos y el crédito abundante y barato.

A medida que el tiempo pasa y la reconstrucción se termina, comienza una nueva gran estirada de la demanda: durante toda la fase baja del cicle se han ido produciendo nuevos descubrimientos (tanto de nuevos procesos productivos, que abaratan los costes de las empresas, como de nuevos artículos de consumo) que ahora saldrán de los centros de investigación para introducirse en la vida cotidiana. En efecto:

Las empresas ya trabajan a plena capacidad (y obtienen unos buenos beneficios) por lo cual sentirán alentadas a realizar inversiones dirigidas a:

  • Introducir nuevos procesos productivos mas eficientes.
  • Ampliar la dimensión de las plantas de producción.
  • Construir nuevas plantas para producir los nuevos artículos que la gente demanda.
  • En el mismo sentido, el paro es muy bajo, y lo ha sido de forma continuada durante algunos años, cosa que hace que la masa salarial total sea elevada y los consumidores se sientan confiados hacia la continuidad en la percepción de estas rentas. Además, los nuevos artículos que se introducen en el mercado encuentran una demanda virgen. Los dos factores conducen a una demanda de consumo muy elevada.

La persistencia, durante tantos años, de la demanda acaba provocando que los precios de las materias primas, que han ido subiendo lentamente, comiencen a hacerlo a un ritmo mucho mas fuerte. Por otro lado, la plena ocupación, mantenida desde hace mucho tiempo, hace que en el mercado de trabajo la fuerza negociadora se traslade progresivamente desde la patronal hacia los sindicatos, lo cual comportará costes salariales crecientes para las empresas. Estas subidas de costes (de materias primas y salariales), en una situación de gran demanda, harán que las empresas reaccionen aumentando los precios, lo cual irá despertando la inflación.

Durante toda esta primera fase de Kondratieff, las bolsas habrán recorrido unos cuantos ciclos cortos (ver la segunda parte del artículo) donde las fases alcistas serán largas y las bajistas de duración no demasiado grande (dos años, quizá, como máximo) y no muy fuertes.

Al final de esta primera fase suele estallar alguna guerra que agraba las tendencias inflacionarias del sistema económico, y esto porque ahora la demanda adicional viene cuando las empresas trabajan a plena capacidad y en el mercado de trabajo hay plena ocupación.

La aparición de un nivel de inflación medio (o alto, según el país) y con tendencia sostenida (o incluso creciente) favorece la aparición de distorsiones en el aparato económico, de las cuales las mas importantes, por lo que aquí estamos tratando, son la progresiva descapitalización de las empresas (a través de la sobrevaloración de los beneficios) y la generalización de la inversión especulativa (en estos momentos es cuando se pone de moda la colocación del ahorro en oro, sellos, inmuebles, etc).

 

Fase Segunda

El elevado nivel de inflación existente provoca que la mayoria de los gobiernos adopten una política económica restrictiva que tiene como consecuencia la disminución de la demanda. A medida que la tasa de inflación se resiste a bajar, continuan las políticas económicas de signo restrictivo que, en el grado que sean monetarias, darán lugar a altos tipos de interés nominales. Los efectos combinados de demanda en disminución y de altos costos financieros para las empresas traerán a las mas débiles a la bancarrota.

La tasa de inflación comienza a bajar, pero el paro comienza a aumentar (lo cual comporta un descenso de la masa salarial y, por lo tanto, una menor demanda de consumo). Mientras tanto, la aparición de capacidad industrial no utilizada y los altos tipos de interés reales desincentivan la inversión productiva, que baja abruptamente. La caída de la demanda, tanto de consumo como de inversión, tiene otras consecuencias:

  • Un descenso continuado en la demanda de materias primas que acabará provocando el hundimiento de sus precios en los mercados internacionales.
  • El paro creciente dará paso a incrementos de salarios por debajo de los incrementos de los precios.
  • Los dos elementos anteriores llevarán a un menor crecimiento de los costes de producción que, en una situación de demanda débil, harán que la tasa de inflación continue bajando.
  • Aparecerán diferentes sectores productivos en la economía claramente sobredimensionados y, de aquí, la necesidad de «reconversiones industriales».
  • El descenso de la renta nacional traerá ingresos fiscales menores. Por otra parte, el elevado paro y el financiamiento de la reconversión industrial comportarán un gasto público mas elevado. La resultante de las dos fuerzas será unos déficits públicos muy elevados.

Durante toda esta segunda fase del ciclo de Kondratieff, las bolsas estarán bajando dentro de un larguísimo tramo bajista (que puede durar, incluso, cuatro o cinco años) que acabará en un periodo muy largo de «acumulación».

El proceso contractivo de la economía española seguirá hasta que las tasas de inflación hayan caído a niveles que se consideren normales (o el paro haya llegado a niveles políticamente insoportables para el gobierno). En este momento se inicia la…

Fase Tercera

Los gobiernos comenzarán nuevamente a llevar a término políticas económicas expansivas, que ahora serán preferentemente monetaries, haciendo caer los tipos de interés nominales progresivamente.

No se hace expansión fiscal (es decir, rebajas de impuestos o programas de gasto público como, por ejemplo, obras públicas) a causa de:

  • La elevada cantidad de deuda pública emitida en la fase anterior para financiar los déficits presupuestarios (y que, a medida en que bajen los tipos de interés, darán lugar a unos pagos por intereses mucho mas soportables pues, en los vencimientos de la deuda, este es reemplazado por una nueva deuda emitida a un tipo de interés menor).
  • Al ser los déficits de partida ya elevados, una política fiscal fuertemente expansiva daría lugar a déficits mucho mas grandes, lo cual comenzaría a provocar dificultades en el momento de colocar la deuda pública necesaria en los mercados de capitales.

Ahora bien, debido a la elevada capacidad industrial no utilizada, la inversión productiva no aumenta (a pesar de la bajada de los tipos de interés).

Por otro lado, los gobiernos estarán sometidos a una fuerte presión por parte de los diferentes grupos socioeconómicos, que esgrimirán los «costes» soportados por cada uno de ellos en la fase anterior en la cual los gobiernos aplicaron una política restrictiva con tal de hacer bajar la tasa de inflación. La reacción de los gobiernos será, en general, la de acelerar la bajada de los tipos de interés aumentando fuertemente la liquidez que circula por el sistema económico. Como que la inversión productiva se va reanimando muy lentamente, este exceso de liquidez se va hacia los mercados bursátiles, trayendo como consecuencia una gran alza de las cotizaciones.

Las subidas de la Bolsa en la primera fase de Kondratieff tienen una pequeña «fase líquida» (ver la segunda parte del artículo) y una larga «fase fundamental»; mientras que, en esta tercera fase de Kondratieff, es mas larga la «fase líquida». Este fenómeno tiene su explicación económica: las empresas ven como van creciendo sus beneficios, pero ahora estos no son provocados por un muy elevado nivel de ventas, sino por unos costes decrecientes. En efecto, la bajada de los precios de las materias primas, el descenso de los salarios reales y la caída de los costes financieros harán disminuir substancialmente los costes empresariales y aumentar, por lo tanto, sus beneficios. Pero continúa existiendo un paro muy elevado, una alta capacidad productiva no utilizada, una inversión en equipos industriales creciente (pero muy baja) y una demanda de consumo bastante débil.

El elevado paro asegura la continuación de las facilidades monetarias y de los descensos en los tipos de interés, lo cual dará lugar (por la mayor liquidez existente y por los trasvases desde los mercados de renta fija) a alzas desconocidas, en nivel y en velocidad, en las cotizaciones bursátiles.

En un momento mas avanzado, este dinero dará lugar, también, a subidas en los precios de los inmuebles, del oro, de los sellos i, en general, en los de cualquier bien apto para la especulación.

Mas adelante, y con los tipos de interés todavía mas bajos, ya no son solamente trasvases desde la renta fija, sino también una demanda de crédito generalizada la que proporcionará un nuevo combustible a las alzas de las bolsas, mercados inmobiliarios, metales preciosos, etc. Además, aumenta enormemente la demanda de bienes de consumo duraderos (automóbiles, aparatos electrodomésticos…) pagados, también, mediante créditos pedidos por los consumidores al sistema bancario aprovechando el nivel tan bajo de los tipos de interés.

Otro fenómeno típico de esta fase tercera es la aparición de fuertes tensiones en los mercados de divisas, manifestados por las bruscas variaciones de unas monedas respeto a otras. Este fenómeno está provocado por una enorme masa de hot money (dinero caliente) que, sus maniobras especulativas, salta ágilmente desde mercados financeros de un país hacia mercados financieros de otro, provocando así la rápida variación de los tipos de cambio entre las dos monedas.

 

Fase Cuarta

Cuando el mercado de bienes duraderos de consumo comienza a dar algunos síntomas de saturación, cuando las cotizaciones bursátiles están muy por encima de lo que un inversor informado y con una perspectiva a largo plazo consideraría razonable, cuando las viviendas llegan a un precio que los compradores con intención de habitarlos ya no pueden pagar… Viene el «crac». Como ya sabemos, el mantenimiento de una oleada especulativa requiere la entrada continuada de dinero «fresco» (y en cantidad creciente, debido a que se transaccionan unas cantidades casi invariables de activos y a precios cada vez mas elevados). En el momento en que ya no hay nuevos compradores y los precios comienzan a caer, se genera el pánico. Los detentores de los activos los han comprado esperando un rendimiento que ahora viene dado exclusivamente por la plusvalía que surge en venderlos a unos precios superiores (a la altura de las cotizaciones existentes en este momento, el rendimiento, por dividendos en el caso de las acciones y por alquileres en el caso de los inmuebles, da lugar a una tasa de rentabilidad irrisoria). Si los precios comienzan a caer y las plusvalías esperadas desaparecen, todo se hunde y todo el mundo intenta vender al mismo tiempo, cosa que genera una caída en vertical de las cotizaciones; y cada bajada de las cotizaciones provoca la aparición de una nueva oleada de vendedores (cada vez mas desesperados y con mas prisa para vender) y así hasta que las cotizaciones hayan bajado al punto donde ya no haya exceso de vendedores.

La caída en vertical de las cotizaciones comporta una bajada del nivel del valor de la riqueza total de las familias, lo cual comportará una bajada de la demanda de bienes de consumo (mas fuerte como mas bienes de consumo duradero se hubiesen adquirido mediante créditos, los cuales el público esperaba cancelar con las plusvalías obtenidas en una bolsa donde la tendencia alcista hubiese continuado).

Este descenso de la demanda será amplificada pronto por las quiebras bancarias, como consecuencia que los bancos se habían lanzado, en la fase anterior, a la concesión de créditos a las familias financiando la compra de bienes de consumo y viviendas (este fenómeno está provocado por la elevada demanda de crédito con esta finalidad y por la escasa demanda de crédito para financiar inversiones productivas, ya que la inversión, como hemos visto, crecía muy lentamente). Muchos de estos créditos concedidos antes serán ahora irrecuperables.

Si, además, estos bancos tienen otros créditos irrecuperables, como:

  • Los concedidos a países productores de materias primas, cuyos precios ya hemos visto que permanecen a niveles muy bajos (ejemplo actual: la deuda exterior del tercer mundo y, mas concretamente por su volumen, la deuda exterior latinoamericana) y…
  • Los concedidos a productores nacionales de materias primas que se rigen según los precios internacionales (ejemplo actual: los créditos concedidos por la banca norteamericana los campesinos del Middle West).

Nos encontraremos entonces con una secuencia de quiebras bancarias. El resultado económico de todo esto es una brutal contracción del crédito que profundiza enormemente la depresión económica.

Una vez desencadenada la depresión, con numerosas quiebras de empresas, ejérrcitos de trabajadores yendo hacia el paro, etc. esta es engrandecida, todavía mas, por las reacciones de los diferentes sectores socioeconómicos en el interior de cada estado, los cuales ejercen una fuerte presión sobre los gobiernos pidiendo una mayor protección aranzelaria y una devaluación de la propia moneda para conseguir, a la vez, proteger el mercado interior y conquistar nuevos mercados en el exterior. A medida que esto es un fenómeno generalizado, el resultado global de las sucesivas «guerras aranzelarias» y las continuadas «guerras devaluatorias» entre los diferentes países es una contracción del comercio internacional, el cual asegura un agravamiento adicional de la depresión económica.

En esta fase, las caídas de las cotizaciones en la bolsa son todavía importantes, pero el ritmo de descenso es muy inferior al de la fase de pánico. Los motivos fundamentales de las bajas son ahora:

  • Las casi inexistentes expectativas de beneficios en las empresas, consecuencia de la situación de profunda depresión económica.
  • La necesidad, por parte de una cierta proporción de las familias, de dinero para asegurarse un cierto nivel de supervivencia, lo cual provocará el mantenimiento, durante tota la depresión, de un continuado flujo de ventas que, de forma regular, irá llegando a la bolsa.
  • No hace falta decir que las mismas vicisitudes pasaran en los otros mercados activos: el precio de los sellos se hundirá enseguida en el periodo del pánico; la caída del precio del oro se verá un poco frenada por la demanda que se genera en los momentos de inestabilidad y crisis generalizada (buscando en el oro un «refugio seguro» para los ahorros). No obstante, a medida que la depresión permanecerá en el tiemo, el precio internacional del oro irá siguiendo una tendencia descendente.
  • Los precios de los inmuebles, después de una seria caída inicial (provocada, en parte, por la ejecución de las garantías de los créditos hipotecarios impagados), irá después bajando lentamente, en la medida que al estar también el sector de la construcción en una crisis muy fuerte, la oferta de nuevas viviendas será escasa.

En el punto mas bajo de la depresión, el paro será tremendamente elevado; la demanda de consumo caerá practicamente hasta los límites marcados por un cierto nivel de supervivencia; la demanda de inversión será prácticamente nula, dada la enorme capacidad industrial no utilizada y las inexistentes perspectivas de beneficios; los tipos de interés nominales estarán muy bajos y, probablemente, haya deflación (bajada de precios). Mientras tanto, se irán creando las bases para una nueva oleada expansiva:

Los centros de investigación no paran de encontrar descubrimientos que permitirán, quizá una década mas tarde, la aparición de nuevos artículos de consumo y de nuevos procesos productivos abaratadores de costes.
Las enormes tensiones sociales dentro de cada país pueden llevar a la polarización de la sociedad, situación que puede acabar llevando al poder a gobiernos fuertemente extremistas, con la característica general de intentar encontrar la solución de la crisis interior en el exterior. La guerra estará en camino y con ella el inicio de un nuevo ciclo.

 

El Ciclo Bursátil

Este ciclo tiene una duración de unos cinco años de promedio (a excepción del que se desarrolla en la tercera fase del ciclo de Kondratieff, que tiene una fase alcista de unos 6 o 7 años, debido a que el exceso especulativo se prolonga mucho mas tiempo y, correspondientemente, la fase bajista posterior es mucho mas fuerte), observando su presencia en la evolución de los mercados bursátiles desde 1871. En 1923, el profesor J. Kitchin mostró, para la economía británica y la norteamericana, que también existía este ciclo en la evolución de precios al mayor, de los tipos de interés, de los niveles de beneficios y en la de otras magnitudes económicas que versan sobre el mundo empresarial considerado agregadamente.

Desde unos parámetros estrictamente bursátiles lo podríamos describir de la manera siguiente: Las cotizaciones de la bolsa, consideradas en general, se mueven según tendencias. Podríamos clasificar estas tendencias en tres grupos:

  • Primarias: duran, como mínimo, un año y dan lugar a una variación de les cotizaciones de, como mínimo, un 50%.
  • Secundarias: una tendencia primaria alcista está compuesta de tres (o mas) tramos alcistas, interrumpidos por dos (o mas) tramos bajistas. Cada uno de estos tramos secundarios tiene una duración entre uno y doce meses. Obviamente cada suelo de una corrección secundaria queda por encima del suelo de la corrección anterior. Lo mismo vale para una tendencia primaria bajista, pero al revés.
  • Menores: cada tendencia secundaria está, a su vez, compuesta de movimientos o tramos menores los cuales tienen una duración máxima de un mes. Aquí nos centraremos, fundamentalmente, en el estudio de las fases que componen las dos tendencias primarias, dando, a la vez, una breve referencia sobre el ciclo económico corto que se desarrolla paralelamente.


CICLO BURSÁTIL COMPLETO

A. Tendencia primaria alcista «The Bull Market».

I – Fase de «acumulación»

  • La economía está en el peor momento del ciclo económico corto y los beneficios de las sociedades son muy bajos (o hay pérdidas) y las expectativas de los empresarios son muy pesimistas. El paro es muy elevado y la tasa de inflación está llegando a niveles bastante bajos.
  • El gran público, que ha perdido mucho dinero en la fase bajista anterior, no quiere ni oír hablar de la bolsa. El volumen contratado es mínimo. Los «parquets» están vacíos de gente y las cotizaciones salen en los diarios (si salen) en algún rincón de la sección económica. Las instituciones (es decir, bancos y cajas de ahorro, fondos de pensiones, sociedades de cartera y grandes inversores en general) se van dando cuenta progresivamente que si la economía va mal, es por otro lado, altamente improbable que empeore todavía mas; es decir, se dan cuenta que «se ha tocado fondo» y por lo tanto comienzan a colocar «el cesto abajo» (dando órdenes a los agentes de comprar todas las acciones cuando la cotización caiga por debajo de un determinado cambio, sin presionar, en ningún momento, los precios hacia arriba).

II – Fase de «liquidez»

  • Habiéndose reducido subtancialmente la tasa de inflación, el gobierno, en un intento de reanimar la economía, comienza a llevar a cabo medidas de política económica de signo expansivo. La combinación de una tasa de inflación muy baja y una cierta expansión monetaria dará lugar a tipos de interés nominales muy bajos. A pesar de la anterior, la economía nacional continuará en la fase de depresión del ciclo económico corto.
  • La fuerte caída de los tipos de interés reduce la rentabilidad de la renta fija y esto da lugar a trasvases de dinero hacia la renta variable. Como que las «instituciones» ya llevan un cierto tiempo «limpiando papel de los parquets», comienza a haber, en las cotizaciones vigentes, una cierta escasez. Ambos factores tienen como resultado que las cotizaciones comiecen a subir.

III – Fase «fundamental»

  • La inflación continúa baja y también los tipos de interés nominales. Ahora bien, la coyuntura económica ya va mejorando. Las ventas de las empresas van aumentando (y también sus beneficios): primero, las que producen bienes de consumo y, cuando ya trabajan a plena capacidad, aumentarán las ventas de las empresas que producen bienes de inversión (equipos industriales, construcción,… etc.). En la medida en que:
  • Se van obteniendo noticias confirmando la recuperación económica y los balances (y cuentas de explotación) de las empresas van presentando cada vez mejor aspecto.
  • Va corriendo la noticia que en la bolsa se está ganando mucho dinero y…
  • Los medios de comunicación comienzan a fijarse en la evolución de la bolsa…
  • Una masa creciente de dinero se dirige al mercado de renta variable, provocando una alza sostenida y generalizada de las cotizaciones (y en un grado mas elevado las de aquellas sociedades en mejor situación económica).

IV – La inversión de la tendencia primaria: la fase especulativa.

  • La economía nacional está dentro de una fase de «boom» (dentro del contexto del ciclo corto). Casi todas las empresas trabajan a plena capacidad, a pesar de los planes de ampliación de la capacidad de producción que ja se han llevado a cabo. Todos los negocios van bien.

    El paro ha bajado considerablemente. No obstante, la inflación comienza a mostrarse como un peligro creciente. Los sindicatos, ante la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y de la situación de pleno empleo (que les da una gran fuerza en la negociación de los convenios laborales), presionan para obtener salarios mas elevados. Los empresarios ofrecen escasa resistencia porque, en una situación donde la demanda de sus productos es tan fuerte, pueden trasladar fácilmente estos incrementos de costos en precios mas elevados.

  • La bolsa ya hace tres o mas años que está subiendo. En estos momentos una gran parte de la población ya se ha enterado del hecho y dedica sus ahorros a la compra de acciones, esperando obtener las plusvalías que los que entraron mucho antes ya han obtenido (la rentabilidad por dividendo es, en estos momentos, ya muy baja debido a la altura de las cotizaciones). En esta fase todos los medios de comunicación siguen atentamente la evolución de la bolsa (y se alcanza el punto que, en algunos días, pasa a ser noticia de primera página en los diarios). Todo el mundo, incluso la gente de ínfima cultura financiera, se siente animado a comprar acciones, frecuentemente de alguna sociedad de la que desconoce e incluso que produce (algunos de ellos, incluso, después de algunas ganancias, quedan convencidos que son, por alguna causa inexplicable, auténticos expertos finacieros no descubiertos hasta ahora).

Por otro lado, las «instituciones» viendo que:

  • Los beneficios de las empresas han llegado a un nivel anormalmente alto y…
  • La evolución de la tasa de inflación es una amenaza creciente a la continuación del buen momento económico, van vendiendo las acciones de sus carteras (compradas frecuentemente a la primera y segunda fase), vigilando que sus ventas no hagan caer mucho las cotizaciones (por esto, algunos expertos bursátiles llaman también en esta fase como «fase de distribución»).
  • Esto provoca que las acciones de las mejores sociedades, a pesar de la enorme cifra de compras por parte del público, muestren una creciente resistencia a subir. Entonces «el hombre de la calle» se lanza sobre las acciones de las sociedades en peor situación económica y, que por este mismo motivo habían subido muy poco hasta este momento, haciendo que sus cotizaciones comiencen una alza sorprenentemente fuerte. No hace falta decir que, en esta fase, los «parquets» bursátiles son llenos a rebosar y los volúmenes contractados son tremendamente elevados (recordemos que en la fase de acumulación la sala de contratación estaba desierta y el volumen negociado era muy pequeño).

B. Tendencia primaria bajista («The Bear Market»).

V – Fase de bajada fuerte

Cuando el dinero «fresco», que entra en bolsa, ya ha empezado a disminuir y el mercado ya lleva un tiempo oscilando bruscamente, sin una tendencia definida, y con unos volúmenes de contratación fortisimos,… comiezan a surgir dudas entre los especuladores profesionales sobre la continuidad del proceso alcista. Estas dudas se resuelven, normalmente, con la venta acelerada de sus carteras. Esto es la gota de agua que desborda el vaso: la bajada se hace vertical, y mas fuerte relativamente en las acciones de sociedades en situación económica no demasiado buena (ya que los especuladores profesionales, en estos momentos, tienden a vender estos tipos de títulos y a mantener los de las buenas sociedades).

El gran público no cree que una nueva tendencia bajista ya ha comenzado, sino que lo toma como un «diente de sierra», como una bajada transitoria que hace el mercado antes de recuperar su antigua tendencia alcista. En consecuencia, no vende, sino que, quizá, todavía compra un poco mas. En esto no es el único equivocado: los medios de comunicación, en general, caerán en el mismo error de perspectiva y tendrán el efecto de reasegurar al gran público que su punto de vista es correcto (el viejo error de pensar que «tanta gente a la vez no se puede equivocar»).

VI- Fase de «goteo».

  • La inflación es tan elevada (por la histeria reciente del país) que el gobierno comienza a hacer una política económica de signo restrictivo. Los tipos de interés nominales, que ya habían empezado a subir en la fase «especulativa» debido a la elevada demanda de crédito entonces existente, suben ahora todavía mas por la política monetaria de signo restrictivo que el gobierno lleva a cabo. La tasa de inflación comienza a bajar, pero el paro comienza a aumentar, las ventas de las empresas a caer y los beneficios a reducirse (incluso, en algunos casos, transformándose en pérdidas): la recesión económica es ahora evidente para todos.
  • El gran público sufre un enorme desencanto. No obstante se resiste a vender porque:
  • Confía en volver a ver las cotizaciones a las que compró (y entonces vender y «quedar en paz») y…
  • Piensa, erróneamente, que mientras no venda no hay pérdida.
  • Ahora bien, en la medida en que algunos irán necesitando el dinero, en un contexto de crisis económica, irán vendiendo, y así provocando el lento y largo descenso de las cotizaciones conocido como «goteo». Estas ventas sin esperanza se prolongarán hasta la primera fase del nuevo ciclo alcista (la fase de «acumulación»). En este momento estarán proporcionando la contrapartida a las instituciones que, lentamente, ya estarán comenzando a comprar, iniciándose un nuevo ciclo.

 

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