El Panorama Macroeconómico XI-XII

EL PANORAMA MACROECONÓMICO XI

Ante todo, lamento haber tenido que mantenerme alejado de estos foros durante tanto tiempo, pero ha sido por causas ajenas a mi voluntad.

Una vez aclarado esto, opinaré sobre los indicios que veo en la economía, lo que podemos esperar y las perspectivas futuras. Me gustaría prevenir a los lectores frente a la credulidad hacia un buen número de analistas, que podríamos calificar de «optimistas sin causa aparente».

Los motivos de esta conducta en los analistas son de cuatro tipos. En primer lugar, ignorancia o insuficiencia de conocimientos técnicos. En segundo lugar, ceguera ideológica o partidista. En tercer lugar, evitar que las acusaciones de haber desmoralizado a los mercados diciendo la verdad arruinen una carrera profesional y por último, manipulación informativa con algún interés oculto.

Lo cierto es que cuando se observa como, sistemáticamente, agencias o grupos de analistas auguran recuperaciones de mercados o economías sin basarse en datos racionales, y se ven obligados, por la realidad, a posponer una y otra vez las fechas previstas de la recuperación, deberíamos dejar de escucharles, ya que estarán con toda seguridad englobados en alguno de los cuatro grupos anteriores. Por ello, lo que se puede aconsejar es siempre tener buena memoria y contrastar la realidad con las previsiones. Desde luego no siempre se acierta, pero con un análisis suficientemente profundo y global y una honestidad mínima, debiera haber más aciertos que fallos para un buen número de profesionales.

Una vez aclarado esto, pasemos a analizar el entorno. La economía norteamericana está en franca caída. Los datos más preocupantes son, en este orden: Los tipos de interés (que si descontamos la inflación están en términos negativos ya), la caída de inversión en bienes de equipo (que permanece en constante contracción, adelgazando poco a poco los cimientos de una futura recuperación) y el endeudamiento de las familias. La única noticia medio buena es que los stocks ya parecen haberse purgado de los excesos anteriores.

La política monetaria de EEUU no ha tenido los resultados pretendidos en la economía real, aunque ha conseguido mantener la bolsa a niveles aceptables y a las familias sin la sensación de que sus ahorros se los están comiendo en Wall Street. Teniendo en cuenta la gran implicación bursátil de ese país, esta noticia tiene su importancia. Sin embargo, a partir de ahora las cosas serán más difíciles, ya que la Reserva Federal no tiene margen para hacer bajadas de tipos más que una vez más, o dos como mucho. Es el turno de la política fiscal y de políticas de expansión de la demanda, que deberían aplicarse sin dogmatismos del tipo «déficit cero» o similares, que pueden ser válidos en épocas de bonanza pero que en el contexto actual son, en el mejor de los casos, erróneos.

Si empiezan a aplicarse esas medidas en los próximos meses, y teniendo en cuenta que pueden tardar entre 4 y 6 meses en notarse efectos positivos en la economía, podríamos hablar de recuperación para el próximo otoño, con suerte. Si no se toman, no se puede dar fecha, entendiendo que ésta será posterior (y seguramente en buena medida) al otoño del próximo año. Y todo esto, suponiendo que la crisis argentina no se propague y que Japón aguante. En caso de que estos dos supuestos no se cumplan, tendremos probablemente un año 2002 completo de recesión, y el 2003 habría que analizarlo posteriormente.

La economía europea, menos implicada en la bolsa y en los efectos sobre el consumo de una bajada de cotizaciones, ha ejecutado una política de tipos más sosegada que la Reserva Federal, acorde a las necesidades de las economías europeas. La dependencia exterior del crudo es inferior a la que existió en ambas crisis petroleras, y además las economías europeas han visto aumentar el sector terciario reduciendo de manera ostensible la energía consumida por millón de euros producido a precios de mercado. Todos estos factores probablemente hagan, junto a una divisa barata respecto al dólar, como es el euro, que la economía europea aguante el embate de la crisis con mejor comportamiento que la norteamericana, aunque sus mismas rigideces ralentizarán la salida de la recesión.

Dentro de la economía europea, pienso que los peores comportamientos los tendrán Italia y España y el mejor Francia. El elevado endeudamiento no permitirá aumentar las inversiones públicas en Italia y el ciclo probablemente incidirá con más fuerza por eso, además del esfuerzo añadido de Italia como importador de crudos para generación de electricidad. España, a pesar de haber mejorado su equilibrio presupuestario, carece del tejido social necesario para frenar una crisis, y el fuerte subempleo será muy sensible a esta coyuntura desfavorable, hecho que puede verse agravado por fenómenos inflacionarios como la salida masiva de dinero procedente de la economía sumergida y también por el intento del gobierno de mantener el criterio de «déficit cero», que pensamos que no es el apropiado en este momento, aunque sí lo fuera en tiempos de frescura económica. Si tuviera que hacer una estimación, creo que el año que viene España crecerá como máximo al 2,2%.

La economía japonesa, como ya comentábamos hace algunos meses, no ha acometido las reformas necesarias en su sistema financiero, y el Japón se encuentra sobreendeudado, aun teniendo en cuenta los bajos intereses de su deuda.

A diferencia de otros analistas, no creo que el Japón vaya a la suspensión de pagos: Su sistema industrial es formidable y energéticamente independiente, en buena medida, del petróleo, por lo que puede ser competitivo en cualquier situación. Su sistema fiscal funciona y el ciudadano japonés ha demostrado ser un trabajador infatigable cuando hace falta.

Los problemas que acechan el futuro del Japón pasan por unos ingresos públicos cada vez menores por la pérdida de nivel adquisitivo; la contracción de su hegemonía en Asia, en fuerte competencia con China y la desmoralización de los propios japoneses, que aún no han asimilado la esencia del nuevo sistema económico mundial. La crisis bancaria es, sin duda, un enorme problema que seguramente no se pueda arreglar como está intentando hacer el gobierno (políticas de expansión de la demanda), sino que requerirá esfuerzos importantes de todos los japoneses durante el próximo decenio, en forma de reducción del gasto público y aumento de impuestos.

La crisis argentina es otro caso completamente diferente, aunque las raíces de sus problemas son, al igual que en el caso japonés, más sociológicas que económicas. Desde mi punto de vista, la principal dificultad de las economías suramericanas es la falta de un sistema fiscal operativo, que hace que en un país con una deuda que tampoco es desorbitada, no se pueda hacer frente a las obligaciones financieras asociadas a los préstamos por falta de ingresos.

La paridad peso-dólar, ejecutada por el ministro Cavallo, fue una manera de que un país en vías de desarrollo como Argentina se atara una mano a la espalda al fijar la cotización de su moneda. Veamos el porqué.

La política monetaria estadounidense es la que conviene a Estados Unidos, no a Argentina, pero si embargo, al final de la cadena, es la Reserva Federal la que dicta la política de tipos. En segundo lugar, cuando el dólar se revaloriza respecto a otras monedas, se hace atractivo vender en Estados Unidos y se hace caro importar productos. En general, se puede decir que un encarecimiento del dólar ha ayudado a hacer competitivos los productos chilenos y brasileños y ha perjudicado a los argentinos.

Por otro lado, como efecto positivo, la hiperinflación argentina también acabó al implantar la paridad peso-dólar, y prometía inversiones extranjeras gracias a la estabilidad de su moneda. Sin embargo, el peso de estos beneficios ha quedado eclipsado por la falta de reformas en el sistema fiscal, que han llevado al país a la suspensión de pagos.

El efecto real de todo esto ha sido el mismo que el de salir corriendo con un pie atado con una cadena a una argolla en el suelo: La torcedura de tobillos como poco. La solución económica razonable (y en economía lo razonable suele ser lo apropiado) hubiera pasado por la implementación de un sistema fiscal operativo y el ajuste entre gasto público e ingresos. La dolarización hubiera sido un paso correcto durante un par de años, hasta lograr el control de la inflación y un equilibrio razonable de gastos e ingresos, pero no después. Sin embargo, Argentina, aprovechando su paridad, se endeudó para compensar las deficiencias internas gracias a préstamos externos.

El panorama es poco halagüeño, puesto que no están garantizados en Argentina ni siquiera los servicios básicos, y los precios de la carne (gran fuente de divisas para Argentina) ya no son lo que fueron hace algunos decenios. En mi opinión, Argentina soportará el próximo año uno de los peores periodos de su historia.

Como conclusión, podemos decir que, si todo aguanta y las políticas son las adecuadas a esta situación, la recuperación podría iniciarse, como muy pronto, en otoño del 2002. En otro caso, se dilatará más.

 

EL PANORAMA MACROECONÓMICO XII

Siguiendo mi costumbre de hablar solamente cuando tengo algo que decir, voy a analizar los últimos datos macroeconómicos.

 

En primer lugar, mi estimación optimista de cuándo podía terminar la recesión actual, que daba como fecha primera el otoño de este año, debo retrasarla un trimestre más. Ha habido cierta sorpresa ante el dato del PIB estadounidense, en la cuál me incluyo. Pensaba que no iba a ser un dato tan malo como lo pintaban, pero de ahí a una cifra positiva va un largo trecho. Sin embargo, un análisis pormenorizado arroja preocupantes conclusiones.

La primera de ellas es que la inversión de las empresas sigue bajando en barrena. El equilibrio macroeconómico consiste en una ecuación en la que intervienen la demanda del consumo, el empleo, el endeudamiento, la inversión de las empresas, las exportaciones, los tipos de interés y la política estatal de gasto, básicamente.

Tras un periodo recesivo, es condición necesaria, salvo casos excepcionales, que la demanda, los salarios, el empleo y la inversión de las empresas sean vigorosos, aunque con una base real creíble. Una recesión, y más como ésta, de fuertes tientes especulativos, no se puede purgar vía endeudamiento de familias, y eso es lo que ha ocurrido en EEUU. Todos los factores negativos siguen siendo negativos, pero el consumo de las familias ha aumentado gracias a los saldos existentes y se ha financiado vía deuda.

Esta situación no es sostenible, y va a agravar los necesarios ajustes de los próximos meses, motivo por el que preveo que continuaremos durante todo el año inmersos en un proceso de recesión.

No me gusta que me llamen agorero, pero piensen que la burbuja bursátil y financiera que ha estallado, junto a unos enormes inventarios y una sobrecapacidad industrial considerable, es de magnitud comparable a las cifras existentes en 1929 y un obstáculo de primer orden que superar, sobre todo para Estados Unidos, dónde factores psicológicos pueden agravar el desmoronamiento. Afortunadamente, en Europa (y en EEUU en menor grado) la economía es mixta, lo que puede mitigar el impacto. Sin embargo, la política debe ser la adecuada.

Vuelvo a insistir e insistiré todo lo que pueda, en que este NO es el momento de plantear errores como el déficit cero: Es el momento de coger al toro por los cuernos y de llevar a efecto una enérgica política de gasto público. Cuando salgamos de la recesión y la inversión privada tome la iniciativa, entonces podremos permitirnos políticas restrictivas y sanear las finanzas públicas.

Tomemos un pequeño ejemplo para ilustrar esto. Supongamos una casa de comidas financiada por el estado en una ciudad con una fuerte pujanza y muchas casas de comidas privadas, así como pleno empleo. En esas circunstancias, la casa de comidas pública, que se financia vía impuestos, debe disminuir sus prestaciones a aquellos que de verdad las necesitan, y financiarse con superávit gracias a los impuestos de la ciudad. Cuando vienen mal dadas, es el momento de que la casa de comidas pública se endeude y gaste, para mantener la actividad mientras ésta se está cayendo en otros sitios. Llevar otra política es, aparte de un error dogmático, una postura talibán en lo económico: Siguiendo al pie de la letra los manuales de economía podemos llegar a un punto en que nadie sea capaz de comprárselos.

 

 Ignacio R.C.

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