NFTs: La Explosión de los Tokens No Fungibles

Seguro que todos aquellos que seguís de cerca el mundo de las criptodivisas, habréis oído hablar en los últimos días de los Non-Fungible Tokens o Tokens No Fungibles. La subasta del primer tuit del fundador de Twitter, Jack Dorsey, en forma de NFT, el lanzamiento de una colección de vinilos conmemorando el lanzamiento del primer álbum de un DJ también en este formato, o la subasta por parte de la sala Christie’s de la obra digital “Everydays: The First 5000 Days” del artista Mike Winkelmann han puesto de moda el término.

Qué es un Non-Fungible Token

Podemos definir un Non-Fungible Token o Token No Fungible (abreviado NFT) como un activo criptográfico representado en un blockchain que posee códigos de identificación y metadatos únicos que permite distinguirlos entre sí. Por tanto, a diferencia de las criptodivisas, los NFTs no pueden ser intercambiados por otros NFTs. Así, podemos intercambiar un euro por otro, o un bitcoin por otro bitcoin, independientemente de su época y lugar de emisión, sin que se observe una diferencia del valor y de sus propiedades (esto es, precisamente la propiedad de fungibilidad de un activo: el hecho de que es mutuamente intercambiable).

Pero en el caso de los NFTs, esto no es posible, siendo cada NFT único e insustituible. Tomemos por ejemplo dos cuadros de Dalí: La Persistencia de la Memoria y Los Elefantes. Ambos cuadros son similares (en el sentido de que su autor y estilo es el mismo) pero no es posible intercambiarlos de forma indistinta, incluso aunque su valor de mercado pueda ser parecido.

Esta propiedad diferenciadora de los NFT (la no fungibilidad) abre la posibilidad de usarlo para para varios casos de uso. Por ejemplo, podemos usar un NFT para representar digitalmente activos físicos como una vivienda o un cuadro. Además, al estar basados en tecnología blockchain, los NFT permiten eliminar intermediarios de la ecuación, conectando a los artistas con el público sin necesidad de que exista un comisionista que cobre una cantidad de la venta de una obra.

Por todo ello, no es de extrañar que gran parte del mercado actual de los NFT se centre en los objetos de colección. Por ejemplo, una de las webs que está ganando mucho dinero con los NFTs es NBA Top Shot, donde es posible adquirir todo tipo de coleccionables (cromos, momentos en vídeo, etc.) relacionados con la liga de baloncesto estadounidense. Pero por supuesto cualquier objeto del mundo real o digital es susceptible de ser tokenizado y subastado: obras de arte, vídeos de momentos concretos, canciones… Las posibilidades son prácticamente infinitas.

En todo caso, conviene tener en cuenta que, si bien es ahora cuando el término se ha puesto de moda, lo cierto es que los Tokens No Fungibles no son un fenómeno nuevo: si lleváis tiempo siguiendo las noticias de criptodivisas seguro que recordareis el fenómeno de los CryptoKitties a finales de 2017, un juego que permitía comprar y vender una suerte de tarjetas digitales coleccionables con gatitos dibujados en ellas que se pagaban usando Ether. Además había que cuidarlos, alimentarlos y tenían la capacidad de reproducirse entre ellos y producir nuevas crías, generando así gatitos con nuevos y diferentes atributos (así como valoraciones) en comparación con sus padres. Vamos, una especie de Tamagotchi actualizado a la era del blockchain.

A las pocas semanas de su lanzamiento, los Cryptokitties acumulaban una base de fans que gastaron 20 millones de dólares convertidos a Ether, llegando en algunos casos a gastarse más de 100.000 dólares en un solo gatito. El éxito del juego provocó además que el blockchain de Ethereum se colapsara en varias ocasiones, produciéndose grandes retrasos en la ejecución de las transacciones y disparando las comisiones por operación.
Sin embargo, es ahora cuando parece que una simple revolución iniciada con unos tiernos gatitos empieza a tomar forma y convertirse en un negocio serio, convirtiéndose en una industria de varios cientos de millones de dólares.

La Importancia De Lo No Fungible

¿Y por qué decimos lo anterior? Porque la cosa no para de crecer. Al igual que para las criptodivisas podemos consultar CoinMarketCap y para el DeFi nuestra referencia es DeFi Pulse, en el caso de los NFTs la principal fuente de información es Nonfungible.com. Si entráis en esa web, veréis que a día de hoy el valor que se ha movido en NFTs es de más de 400 millones de dólares, habiendo crecido un 300% en 2020. En concreto, si accedéis al apartado Market History, podréis encontrar un listado de los principales mercados y los NFTs que se han vendido en cada uno de ellos.

 

Si analizamos alguno de los NFTs que han cambiado de manos, podemos ver como algunos de ellos han alcanzado valoraciones que pueden parecer disparatadas. ¿Vd. pagaría miles de dólares por un icono mostrando la cara de un ciberpunk? Yo tampoco. Pero el caso es que eso está sucediendo, sino mirad el registro de este NFT: pasó de valer 22 dólares a más de 40.000. Sin duda, el arte sigue siendo arte, independientemente de que estemos en el mundo digital o en el mundo real.

 

Pero más allá de debatir sobre si una obra de arte u otro objeto coleccionable vale o no vale una determinada cantidad de dólares, lo cierto es que los tokens no fungibles suponen una evolución sobre el concepto relativamente simple de las criptomonedas, al permitir representaciones digitales de activos físicos combinadas con el uso de un sistema de identificación única. Todo esto combinado con el registro mediante blockchain en un registro público supone claros beneficios, siendo el principal la eficiencia del mercado. La conversión de un activo físico en uno digital agiliza los procesos y eliminando la necesidad de agentes e intermediarios. Imaginaos por ejemplo el caso de un NFT que representa una botella de vino de una añada muy antigua. Su conversión a token digital facilitaría la interacción de los distintos participantes de una cadena de suministro y ayudaría a seguir su procedencia, producción y venta a lo largo de toda la cadena.

Otra aplicación en la que seguramente los NFTs tendrán utilidad es en la gestión de la identidad. Imagínense el caso de un pasaporte convertido a NFT, cada uno con sus propias características de identificación. Es evidente que se agilizarían los procesos de entrada y salida de las jurisdicciones.

¿Y qué decir de la democratización de las inversiones? Muy atentos a esto, porque con un NFT podemos fraccionar la inversión en un activo físico como una vivienda o un edificio, por cuanto es mucho más fácil dividir un activo inmobiliario digitalizado entre múltiples propietarios que uno físico. En este sentido, si piensan que esto es algo que no existe o que sucederá en algún lejano momento del futuro, les recomiendo que echen un vistazo a la web de RentalT, una empresa española que ya tokeniza inmuebles en Sevilla, Huelva o Madrid.

Sin lugar a dudas, todo esto que les acabo de comentar va a suponer una revolución en el mercado inmobiliario, por cuanto todas las transacciones que en el mundo real suelen requerir tiempo y papeleo, se simplifican notablemente incorporando con solo incorporar los metadatos pertinentes a cada NFT.

Y si llevamos todo esto al extremo nos encontramos con casos de uso como el de Decentraland, una especie de mundo virtual (¿se acuerdan de Second Life?) donde es posible implementar el mismo concepto a terrenos virtuales tokenizados (por cierto, mucha gente se ha forrado con la compra-venta de estos terrenos).

Por último, otro sector donde los NFTs van a pegar fuerte sin duda es en el campo del entretenimiento y de la creación de contenidos, por cuanto los NFTs permiten desbloquear una demanda de experiencias por parte de los fans. Así, los artistas, las ligas deportivas, los equipos de fútbol o las televisiones pueden crear contenidos únicos para sus seguidores y vendérselos tokenizados, estableciendo un nuevo canal de interacción con ellos. De hecho, algunos analistas apuntan a que a mediados de 2022, muchas marcas tendrán equipos internos de marketing centrados principalmente en cómo obtener valor a largo plazo aprovechando los tokens no fungibles como medio para atraer a los fans y a los consumidores. Nuevamente aquí se atisba una revolución que ya se anticipaba con proyectos como Tron o Basic Attention Token: la eliminación del agente intermediario, siendo remunerado directamente el artista con derechos de autor cada vez que se vende un objeto de colección.

Ahora Vienen las Preguntas del Millón

Seguramente después de leer todo esto se habrán hecho muchas preguntas. Por ejemplo, ahí va la primera: si yo me compro un NFT de lo que sea, ¿soy propietario de ese objeto? Pues, al igual que sucede en el mundo real, depende. La venta o la propiedad de un NFT no implican necesariamente que su propietario posea los derechos de propiedad intelectual de la obra o activo que el token representa. Tampoco la propiedad de un NFT significa que el propietario tenga derechos exclusivos para acceder al contenido que el token representa. Todo esto dependerá de cómo el creador del NFT haya programado el contrato inteligente que rige su comportamiento. En la mayoría de los casos, seguramente el NFT actúe como un certificado digital de propiedad no duplicable para un determinado activo pero no siempre será así.

Así, puede que compres el primer tuit de Jack Dorsey y podrás presumir de ser el propietario legítimo, pero lo cierto es que el tuit seguirá ahí a la vista de todo el mundo. Lo mismo puede decirse de un disco o una canción exclusiva que hayas comprado mediante un NFT: podrás oírla todo lo que quieras solo tú, pero el propietario de los derechos de la canción será su autor. En definitiva: se pueden plantear tantas posibilidades en este ámbito como se os puedan ocurrir y más.

Por otro lado, ¿quién verifica que un NFT es legítimo? Dado que estamos hablando de blockchain y descentralización, generalmente ninguna entidad es responsable de alojar un NFT. Sin embargo, los NFT llevan la firma de su creador insertada en el código lo que nos permite autentificarlo en cualquier servidor, navegador o plataforma, siendo verificable de forma descentralizada. Para entender esto mejor, pongamos un ejemplo: imaginemos que creamos un NFT que representa una entrada para un concierto. Pues bien, una vez esa entrada ha sido firmada digitalmente por el artista que da el concierto, no es necesario que una plataforma de venta de entradas como podría ser Ticketmaster: ahora simplemente es posible verificarla a través de su registro público en el blockchain.

Ganar Dinero con NFTs

Por supuesto, falta lo más importante para nosotros los traders y especuladores: ¿cómo gano dinero con esto? El tema lo podemos enfocar, básicamente, de dos maneras:

  • La manera más evidente es acudir a mercados de NFTs y hacer nuestras apuestas con los que creamos que van a ganar valor. Aquí, la idea es actuar como un coleccionista de arte, haciéndonos con una buena cartera de NFTs que consideremos que pueden subir de valor. En este sentido, os recomiendo acudir a los siguientes mercados: OpenSea, Rarible y Nifty Gateway.
  • La alternativa a asumir el riesgo de comprar el NFT directamente, sería invertir en los criptos de los principales proyectos relacionados con NFTs, apostando de esta manera por el crecimiento del sector. En este sentido, echaría un vistazo a Chiliz (CHZ), Enjin Coin (ENJ) o Flow (FLOW). En todo caso, tenéis un listado con todos los proyectos relacionados en CoinGecko.

¿Dónde Está el Truco?

Evidentemente no todo iba a ser de color de rosa: los tokens no fungibles también tienen sus deficiencias. Por un lado, tenemos el clásico problema de la contaminación a causa del mantenimiento del blockchain (aunque es cierto que con Ethereum 2.0 y el paso a prueba de participación este problema se mitigará en buena medida).

Aparte de esto, actualmente tenemos dos riesgos de seguridad en los NFT:

  • Por un lado, tendríamos la usurpación de derechos de autor. Es decir, que alguien intente crear un NFT sobre un activo digital que no haya creado.
  • Por otro, tenemos que tener en cuenta que no existe una solución de almacenamiento permanente. Una vez compramos un NFT, el contenido no se almacena en el blockchain, sino que se guarda en un servidor, lo que deja abierta la posibilidad de que se borre inadvertidamente

Conclusión

Resulta evidente que los tokens no fungibles son una nueva vuelta de tuerca en el ecosistema de las criptodivisas que tiene toda la pinta de que puede llegar a sacudir el negocio del arte en todos sus ámbitos, cambiándolo radicalmente. Eso sí, primero se tendrá que pasar la fiebre actual por la que un simple garabato se convierte en un producto con un valor de varios miles de dólares, pero una vez este tipo de mercados se asiente y madure, es probable que tengamos mercados de coleccionables digitales para rato. Porque posiblemente, al igual que el DeFi, esto no ha hecho nada más que comenzar.

 

Saludos,
X-Trader

 

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